jueves, 27 de octubre de 2016

Festejo por los 100 años del Seminario Auxiliar de Totatiche

Centenario de santidad

Decía Jesús a la gente: “Cuando ustedes ven la nube que se levanta al Poniente, inmediatamente dicen que va a llover; y así sucede. Cuando sopla el viento sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿y no comprenden el tiempo presente? (Lc 12, 54-76).

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Pbro. Adrián Ramos Ruelas

Con estas palabras, que resultan duras pero sustanciosas, y que el Señor Jesús pronunció para estimular la correcta interpretación de los signos de los tiempos, el Padre Vicerrector del Seminario Conciliar de Señor San José, Pbro. José Guadalupe Miranda Martínez, enmarcó el festejo del primer siglo de la Fundación del Seminario Menor Auxiliar de Totatiche, que atiende a los Seminaristas de la Región Norte de Jalisco y de importantes comunidades zacatecanas, que son parte de nuestra Arquidiócesis tapatía.

DATOS HISTÓRICOS
Todo comenzó en abril de 1914. Las tropas villistas tomaron el pueblo de Colotlán, en el Norte de Jalisco, clausurando ahí el Seminario Auxiliar de la Diócesis de Zacatecas, que funcionaba desde 1905. Y en agosto del mismo año, el Gobierno Constitucionalista de Jalisco clausuró el Seminario Conciliar de Guadalajara. Los estudiantes se dispersaron y, en acuerdo con las Autoridades de la Arquidiócesis, se dio cobijo a los Seminaristas en Totatiche.
El señor Cura Cristóbal Magallanes Jara, Párroco de Totatiche -su tierra natal-, ahora Santo, al ver la necesidad de atender a los jóvenes dispersos por la Persecución Religiosa, pensó en un edificio circular que no ofreciera cara por ningún lado y disimulara, de ese modo, su dimensión real: un solar en las faldas del Cerro del Petacal, donde nadie tenía a qué subir.
Era una Capilla pobre, en la cual se veneraba a la Santísima Virgen de Guadalupe. Los servicios eran limitados: no había drenaje ni agua corriente; los mismos alumnos llevaban varias mancuernas de botes llenos de agua para lo indispensable; los lunes había salida a la Presa de La Candelaria para el baño obligatorio.
Por acecho de los perseguidores, se acordó despistar el nombre de Seminario por el de un imaginario joven de nombre “Silvestre” o “El Silvestre”.
Sus primeros alumnos fueron: Agustín Caloca Cortés, Santo Mártir mexicano también; José Pilar Quezada Valdés; Uriel Argüelles; Alejo Anaya y Atanasio Campos. Todos ellos fueron ordenados Sacerdotes, y el segundo, con fama de santidad, llegó a ser el primer Obispo de Acapulco.
El 24 de mayo de 1986 se bendijo la nueva Casa por parte del Obispo Auxiliar Ramón Godínez Flores, en una Concelebración Eucarística oficiada con asistencia de más de 60 Sacerdotes.

GRATO FESTEJO
El viernes 21 de octubre, miembros el Equipo de Formadores del Seminario de Guadalajara nos dimos cita en Totatiche, sede de este SEMINARIO AUXILIAR, que está de manteles largos desde hace unos meses, y que vive su Año Jubilar. Son 100 años ya de existencia de este semillero, que comenzó como una gran aventura y, a la vez, como una gran necesidad en tiempos próximos a la persecución contra el pueblo católico, fraguada por Plutarco Elías Calles.
En la homilía correspondiente de la Santa Misa, celebrada en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, el Padre Vicerrector, basado en la Palabra del Evangelio, destacó la justa interpretación de los signos de los tiempos, que hizo al comenzar el siglo pasado el Párroco Cristóbal Magallanes, Fundador del Seminario “El Silvestre”, y que llegaría a ser el Mártir que encabezaría la lista de todos aquellos canonizados en el año 2000 por el Papa Juan Pablo II, también Santo.

FRATERNAL CONVIVIO
Después de la Celebración Eucarística nos esperaban unos ricos platillos. Nos desplazamos hacia el Parque “El Silvestre”, a unos metros de distancia de la que fue la Capilla centenaria donde unos cuantos alumnos darían inicio a la formación sacerdotal en tiempos de clandestinidad.
Agradecidos con los Padres organizadores, que se comportaron espléndidamente con los visitantes, partimos a nuestras respectivas Casas de Formación, con un grato sabor por este emotivo festejo que nos hermana y nos compromete a dar continuidad a la tradición del Seminario, que no deja de dar frutos de santidad, de ciencia, de Fe y de virtud.

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