jueves, 13 de octubre de 2016

Aceptar, sanar y perdonar

Reconstrucción de las familias

Las familias están pasando por un proceso de deterioro muy significativo en los últimos años; en cuestión de 2 a 3 generaciones, han perdido su identidad, su razón de ser, su esencia. Es necesario volver a lo que dice San Juan Pablo II en su Encíclica Familiaris Consortio: FAMILIA, SÉ LO QUE ERES.

Cubilete peregrinos AAR

Cristina Parra y Felipe de Jesús Hernández,
Coordinadores del Equipo de Itinerario Matrimonial Diocesano

Son innumerables las situaciones que se presentan hoy en día en los hogares, que causan dolor, frustración, abandono, depresión. El modelo base de familia con papá, mamá e hijos, ya no “convence”, porque hemos dejado de cumplir con nuestra responsabilidad, hemos dejado de lado la FE, la religiosidad, la formación, y hemos asumido modelos que nos presentan los Medios de Comunicación: adulterio, divorcio, hedonismo, relativismo, consumismo, sexualización de los pequeños. Se dice que la Familia es la CÉLULA de la Sociedad y que la Sociedad es un organismo formado de células ¿pero qué pasa cuando éstas están sufriendo un grave deterioro? ¿Qué pasa si ese organismo (Sociedad) se desarrolla a partir de células dañadas, enfermas?
El cuerpo humano está formado por 60 trillones de células de más de 200 tipos diferentes (que cumplen funciones específicas), las cuales requieren de agua limpia, nutrientes balanceados y oxígeno suficiente para estar sanas, y que nuestro sistema inmunológico (el que nos defiende de enfermedades) funcione de manera óptima.

REPARACIÓN DE LAS RELACIONES
Cuando sufrimos una herida, una invasión (una basura en el ojo, tierra en un raspón), el sistema inmunológico es el primero en activarse para tratar de expulsar eso que está ahí y no debería estar. Luego, el cuerpo reacciona con inflamación, enrojecimiento, pus, aumento de temperatura, porque está alertando de que algo no está bien y requiere atención. Lo mismo sucede con las relaciones familiares; los hijos, con su comportamiento, nos avisan cuando les falta atención, amor; cuando se sienten desplazados, ignorados (bajan las calificaciones, se muestran retraídos, etc.).
No podemos pretender que aquí no pasa nada, sólo echar agua, poner una bandita o una gasa encima, y decirle: “Que te vaya bien”. Ir al Doctor, hacerse los estudios, escuchar el diagnóstico y salir de ahí sin tomar la medicina ni hacer caso a las indicaciones, porque con esto sólo lograremos que la situación empeore.

NUESTRO DEBER
Cuando nos alejamos de “LO QUE DIOS NOS PIDE”, damos pasos en falso, nos tropezamos y causamos mucho dolor; hemos creído la mentira de que “portarse mal es divertido, y portarse bien es aburrido”. En el Año de la Misericordia necesitamos volver los ojos a Dios y pedirle que nos ilumine y nos ayude a volver a ser lo que la familia es: UNA ÍNTIMA COMUNIDAD DE VIDA Y DE AMOR.
Es necesario pedir ayuda como familia para poder descubrir qué nos ha llevado al lugar donde estamos, reconocer cada quien su responsabilidad, pedir perdón y perdonar para que las nuevas generaciones puedan volver a creer en el amor. Quizás se cause mucho dolor al darnos cuenta de cómo nuestras decisiones han lastimado al resto de la familia; quizás no creíamos que nuestros actos tuvieran esa trascendencia, pero se requiere mucha humildad para comenzar este proceso que, finalmente, nos dará mucha paz, confianza, tranquilidad, serenidad.

NO ESTAMOS SOLOS
En todas las familias ha habido crisis de una y otra manera; todos hemos lastimado y defraudado a los demás; sólo Dios es perfecto. Por eso, DE LA MANO DE DIOS, lograremos ser una familia que dé testimonio del Amor de Dios; familias que, como Iglesia Doméstica, vivan el perdón, la generosidad, la esperanza, se dignifique la persona, se acepte con gratitud el don de la vida, se respete a todos en su individualidad y originalidad, y cada miembro se sienta y se sepa amado, respetado y querido.
¿Cuáles serán los nutrientes balanceados, oxígeno y agua limpia que las familias (al igual que las células) requieren para crecer sanas?: La participación activa en los Sacramentos, la vida de comunidad, la oración personal, conyugal y familiar, la Formación en los diversos Movimientos y Grupos Pastorales que la Iglesia de Guadalajara ofrece; actividades familiares que nos ayuden a convivir, a conocer al otro, a saber qué hay en su corazón, hacer planes juntos, interesarme por los proyectos de los miembros de mi familia, disfrutar de hacer cosas juntos.
Hay también Organismos, como Grupo Valora, el Grupo Salvados en la Esperanza, los profesionales egresados del Instituto Juan Pablo II con estudios de posgrado sobre la familia, entre muchos otros, que están a sus órdenes para ayudar a cada familia en lo que requiera para testimoniar el Amor de Dios y dejar que la Gracia del Sacramento del Matrimonio dé fruto en ustedes.

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