Jubileo de los Presbíteros
El sábado 22 de octubre, los Sacerdotes de la Arquidiócesis de Guadalajara
peregrinaron a la Puerta Santa de la Catedral Metropolitana para ganar la Indulgencia Plenaria, además de celebrar los 300 años de la Consagración de ese recinto.
Rebeca Ortega Camacho
El Templo de Santa María de Gracia fue el punto de reunión para el centenar de Clérigos que participaron del Jubileo. Minutos antes de comenzar la Peregrinación, los peregrinos aprovecharon el momento para saludarse, revestirse y confesarse unos a otros.
Acompañado del Cabildo Eclesiástico, el Canónigo Valentín Ruiz Durán, Rector de la Catedral, dijo a los presentes: “Vamos a marchar hacia la Iglesia Catedral, que es la Iglesia Madre de todas las iglesias de nuestra Arquidiócesis. Vamos a tener la dicha de ganar la Indulgencia Jubilar del Año Santo de la Misericordia. Otra Gracia especialísima son los 300 años que nuestra muy hermosa Catedral está celebrando, por haber sido consagrada un 22 de octubre de 1716.
“Aunque no estamos todo el Presbiterio, nosotros vamos a tenerlos presentes en nuestra mente y corazón para pedir al Señor por todo nuestro Presbiterio y por nuestro Pastor, el Cardenal Don José Francisco Robles Ortega, que de todo corazón deseó el haber estado en este grandioso momento y en este feliz día”, concluyó el Canónigo.
Los Presbíteros recorrieron la acera de la Avenida Hidalgo y dieron vuelta en la Avenida Fray Antonio Alcalde, hasta cruzar la Puerta Santa de la Catedral Basílica. También un numeroso grupo de fieles acompañó a los Eclesiásticos.
“Yo soy la Puerta”
La Peregrinación fue recibida por el Obispo Auxiliar de Guadalajara, Juan Humberto Gutiérrez Valencia, encargado de presidir la Santa Eucaristía. El recinto lució lleno de feligreses, Sacerdotes y Religiosas.
En su Homilía, el Obispo dijo, aludiendo a las palabras del Señor: “’Yo soy la Puerta, y el que entre por Mí, tendrá vida y se salvará”. Hemos entrado a través de esta Puerta principal de la Catedral de una forma simbólica para significar que entramos por Cristo, la Puerta de la Salvación, Puerta de la Misericordia.
“Celebramos dos acontecimientos: el Aniversario número 300 de la Consagración de esta Catedral de Nuestra Señora de La Asunción, y celebramos también el Jubileo de la Misericordia para el Presbiterio. Somos instrumentos de Misericordia, Dios ha querido llamarnos a los Presbíteros para colaborar con Él en la reconciliación de nuestros hermanos”.
300 años de Misericordia
“Celebramos también el Aniversario de nuestra Iglesia Catedral, edificada con tantas dificultades, con tantos sacrificios; Catedral que ha sido testigo de tantos hechos de salvación. De este lugar santo salen los Sacramentos para toda nuestra Arquidiócesis; salen los Presbíteros, Ministros de la Misericordia, salen los Santos Óleos, que son signos materiales del Perdón, de la Misericordia de Dios. Le damos gracias a Dios Nuestro Señor, desde luego, por este edificio; pero, sobre todo, por la Iglesia, Templo de Dios.
“La casa material es el lugar donde nos reunimos los cristianos para orar, para dar culto a Dios, para implorar, escuchar su Palabra, celebrar los grandes misterios. El Apóstol San Pablo dice algo que toca de manera especial a los Presbíteros: ‘Yo, como buen Arquitecto, puse cimientos’. Todos nosotros estamos llamados a poner los cimientos para que en cada Comunidad, Parroquia, Grupo que nos toque atender, pongamos al único cimiento válido, a Jesucristo, la piedra angular, la piedra que une. Y hay que pedir que nunca seamos causa de separación, pues no hay nada que destruya más al Templo de Dios que sembrar la división. Estamos llamados para ser Ministros de unidad, de comunión, edificando sobre Cristo, el verdadero cimiento.
“El Templo es un edificio que se va construyendo con piedras vivas. Cada fiel, por su Bautismo, por los Sacramentos, es piedra viva a la que tenemos que ayudar nosotros a edificarse en Cristo. Y el cimiento que une a estas piedras vivas es la Caridad, el Espíritu Santo. Cada uno de nosotros es un Templo de Dios, cada uno de nosotros va siendo construido por Dios”, finalizó el Obispo Juan Gutiérrez.
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