jueves, 13 de octubre de 2016

Seamos responsables en la reconstrucción del tejido social

Un oportuno llamado

Al concluir la Romería 2016, la exhortación del Cardenal Robles fue a trabajar unidos por una Sociedad más unida.

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Equipo SIAG

Como cada año, el 12 de octubre, las actividades en la Arquidiócesis de Guadalajara inician a primera hora, mucho antes de que asomen los primeros rayos del Sol, pues desde la noche anterior, la imagen de Nuestra Señora de Zapopan es velada en la Catedral Metropolitana, donde miles de fieles se dan cita en el transcurso de la noche para darle la despedida, llevarle serenata y poner ante sus pies las más fervientes peticiones.

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VIVIR EN MISERICORDIA
En punto de las 5 de la mañana se celebró la Misa de despedida, en esta ocasión presidida por Mons. Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Obispo Auxiliar de Guadalajara, quien en su homilía dijo que la Virgen de Zapopan es parte de la identidad de nuestra Ciudad: “Ella ha estado desde los comienzos mirando cómo va creciendo esta criatura que es nuestra Ciudad que ha ido aumentando su población, su extensión. Hemos experimentado la Misericordia y el Amor de Dios, que son infinitos”.
Dijo, además, que “María, Madre de Misericordia, nos invita a todos nosotros sus hijos a vivir y experimentar la Misericordia de Dios. Dios ha tenido compasión de nosotros, nos ama como un Padre con ternura y nos muestra ese Amor con un rostro de mujer, María. Dios nos muestra su amor con un corazón maternal, el corazón de María. Por eso estamos agradecidos y por eso nos sentimos siempre seguros, porque estamos bajo la protección maternal de nuestra Madre, la Virgen María de Zapopan”.
La Misa finalizó pasadas las 6 de la mañana, y el recorrido hacia Zapopan comenzó aproximadamente a las 6.30, llegando a la Plaza Juan Pablo II en la ex Villa Maicera cuatro horas más tarde.

POR LAS FAMILIAS Y LOS JÓVENES
Durante la Misa de bienvenida, celebrada a las 10.45 de la mañana y presidida por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, concelebraron el señor Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito; Don José Guadalupe Martín Rábago, Arzobispo Emérito de León, y Mons. Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Obispo Auxiliar de Guadalajara.
En su Homilía, el Cardenal Robles Ortega hizo una invitación a vivir en una actitud de Esperanza en Dios.
Explicó que en el trabajo pastoral de nuestra Arquidiócesis se han detectado tres periferias existenciales apremiantes: las familias en crisis, los jóvenes en crisis y el tejido social roto, para las cuales urge una respuesta.
Recalcó que “es urgente reconstruir el tejido social que, sin necesidad de hacer un estudio fenomenológico, constatamos que está en una profunda crisis. Es una labor muy difícil y que puede suscitar desánimo; podríamos caer en la tentación de pensar que no nos toca a nosotros y pasar de largo con autosuficiencia o con indiferencia.
“La reconstrucción del tejido social no le puede tocar sólo a los gobernantes, pero no se puede hacer sin ellos; no sólo a los ciudadanos, pero no se puede hacer sin la participación de todos nosotros. Ningún ciudadano, sea de la condición que sea, puede sentirse excluido de reconstruir la sana convivencia social y vivir bajo la tutela de los auténticos Derechos Humanos, fundamentales para todos.
“La Palabra de Dios nos pide a nosotros, cristianos, que seamos corresponsables, que vivamos con alegría y gozo el compromiso de la reconstrucción de una Sociedad donde quepamos todos y podamos vivir con la garantía de un estado de derecho, con la plena conciencia de que el templo que Dios quiere edificar es el corazón de cada persona, pero también el corazón de una Sociedad justa y en paz”.

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CRISTO NO DEFRAUDA
“Todos, pero especialmente los jóvenes, se ven seducidos por el brillo de las falsas promesas que ofrece el crimen organizado, la violencia, el alcohol, la droga, el sexo, incluso la muerte.
“Los invito a todos ustedes, jóvenes, a que se dejen seducir por la Verdad y la Vida de Cristo; Él nunca los va a defraudar.
“La imagen de Nuestra Señora de Zapopan nos ha acompañado en los momentos más difíciles y más gozosos de la Historia de nuestra Ciudad y lo seguirá haciendo. A Ella confiemos nuestros esfuerzos, en Ella encontremos fortaleza y ánimo. Con Ella sigamos a Cristo y como Ella seamos discípulos misioneros, ciudadanos responsables en la construcción de la Civilización del Amor”.

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