Daniel León Cueva
Dicen las voces de experiencia que todo tiende a reciclarse; que lo que se va, viene; que muchas modas y modos, ya pasados, vuelven a ponerse al día Y entre los viejos de hoy se oye murmurar: “¡Ánimas que sea cierto!”
Y es que, tan sólo de ver esta figurita del Artesano Candelario Medrano, a los viejos les dan ganas de reeditar los antiguos juegos. O, al menos, de poseer una muestra así para presumirla en la sala o en el trastero. Porque no abundan precisamente esas hechuras tan detalladas, simpáticas y motivadoras de la imaginación.
De todos modos, bien vale darse una vuelta por el Parque Morelos para comprar algo o siquiera contemplar el fantasioso mercado de juguetería tradicional mexicana; la misma que nos causó diversión sencilla, barata, plena, y que nos hacía volar la imaginación y compartirla en ocurrencias. Allí la memoria ronda los escaparates de trompos, baleros, yoyos, canicas, boliches, máscaras, caballitos, rehiletes, churumbelas, zumbadores, monas de trapo y de cartón, mini-cocinas, soldaditos de plomo, cornetas, boxeadores, pirinolas, cajitas de muerto, troquitas de lámina y de madera, y otras tantas figuras y artefactos lúdicos de vidrio, de palo, de papel o de mecate.
Objetos de ayer, en un hoy que se resiste a confinarlos en el olvidadizo rincón del jamás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario