jueves, 13 de octubre de 2016

Las Parábolas del Maestro de la compasión inciden aún hoy

Nuestra Madre Iglesia presenta hoy en la Mesa de la Eucaristía una Parábola exclusiva del Santo Evangelio según San Lucas, que nos motiva a orar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1-8).

PALABRAS LLENAS DE GRACIA
La venida del Hijo del hombre se hace esperar (compárese Lc 17, 22). En semejante contexto, Jesús propuso una Parábola para inculcarles que era preciso orar en todo momento sin rendirse (véase v. 1). “En cierta ciudad había un Juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’” (vv. 2-3).
El contraste entre los personajes no puede ser mayor. Un Juez indigno y poderoso, proverbialmente malévolo, y una mujer viuda, digna de encomio por su indomable empeño de alcanzar justicia. ¿Qué puede esperarse de un Juez impío, sordo a la voz de Dios e indiferente y caprichoso, ante la demanda de una pobre viuda? Jesús era un Maestro del lenguaje. Sus paisanos quedaron fascinados por “las palabras llenas de Gracia que salían de su boca” (Lc 4, 22). Y “el bien hablar no es común, sino negocio de particular juizio, ansí en lo que se dize como en la manera como se dize” (Fray Luis de León).

NO HAY SABIDURÍA SIN SENTIDO DEL HUMOR
El desenlace de la Parábola es insólito. Aquel malévolo Juez, frente a la constancia de la viuda, terminó doblando sus manos en eficaz soliloquio: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando” (vv. 4-5). Las Parábolas de Jesús tienen la cualidad de que, pasado el tiempo, nos dejan la certeza de que Él sonrió cuando las pronunció. ¿No les parece gracioso que la valiente insistencia de una mujer desamparada haya hecho temblar a un Juez que no temía a Dios ni mostraba respeto por los hombres?
Proponemos, por sorprendente que pueda parecerles, pedir al Señor, especialmente este domingo, que nos obsequie un poco de humor santo y sabio. El sentido del humor es signo de que una persona está en paz consigo misma, ya que acepta los contrastes y las contradicciones de la vida como necesarios, buscando siempre descubrir el significado en ellos. Jesús era un sabio que conocía bien que no hay sabiduría sin sentido del humor, pues rozar el Misterio regocija.

“BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA”
“Las Parábolas bíblicas no refieren un ‘caso típico’, de carácter neutral, genérico, sino que inciden como un relámpago del cielo directamente en lo único, en el ‘ahora’” (H. U. von Balthasar). Poseen una incidencia que trasciende sus posibilidades intrínsecas. ¿Será por eso que Jesús solamente hablaba en Parábolas?
Esta indómita mujer es un vivo ejemplo de que, en la acción, nos arriesgamos, nos probamos, nos construimos, dando vida a la promesa de Jesús: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque será saciados” (Mt 5, 6).
Las Misioneras de la Caridad revelan un bienaventurado signo de nuestro tiempo: “Todo el Pontificado del Papa Francisco está marcado por la atención y el amor por los últimos, los más insignificantes y los extraviados, por los marginados, los que están en la periferia de la existencia humana” (Véase “Portadora del amor tierno y misericordioso de Dios”, en Semanario 1022, 4/septiembre/2016, p. 23). ¿No es un testimonio de que las Parábolas del Maestro de la compasión inciden incluso hoy?

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