Cadenas de Oración en las redes sociales: ¡cuidado!
Hoy más que nunca, gracias a Internet, se ha incrementado la difusión de ‘cadenas de oración’, dizque para lograr unos fines determinados, y amenazan con un castigo a quien no las siga o tratan de imponer algo. Así lo comenta Henry Vargas Olguín en Aleteia.
La Iglesia no acepta que se instrumentalice la oración, quitándole valor e importancia con fines no santos.
En este sentido, las ‘cadenas de oración’ son censurables, y lo son por dos motivos:
1.En primer lugar, garantizan desgracia a quien no las haga o las interrumpa temporal o definitivamente o no las reenvíe. Y sustentan esta amenaza citando, obviamente, falsos ejemplos o testimonios. Quien advierte estas cosas, en nombre de Dios, es un falso profeta y peca gravemente. Nadie puede ponerse a amenazar en nombre de Dios.
2.En segundo lugar, estas ‘cadenas’ engañan, pues obligan a la gente a hacer mal uso de la oración, desvirtuándola o banalizándola. Éste es el verdadero objetivo de tal tipo de ‘cadenas de oración’, el cual se logra con el supuesto gancho del beneficio personal si se participa. En este sentido, las ‘cadenas de oración’ son superstición.
Vincular desgracia, condena o premio a una ‘cadena de oración’ no va de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. Además, el premio o la condena no están en la participación o no en dichas ‘cadenas’.
Son, pues, una superstición más, ya que se le atribuye a la simple materialidad de dichas oraciones una eficacia que no tienen.
Nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, CIC: “Atribuir (a ciertas prácticas) su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición” (No. 2111).
Toda superstición es un serio problema al poner la confianza en prácticas ridículas, siendo, en consecuencia, una ofensa a Dios por cuanto se desconfía de Él. La superstición va contra el Primer Mandamiento de la Ley de Dios y es señal clara de que la verdadera Fe es inexistente. Donde decae la Religión, crece la superstición.
Así, no sólo comete falta quien envía y difunde estas ‘cadenas de oración’, sino también quien cree en ellas.
De todo lo anterior se desprenden varios errores:
1.Un primer error es valerse de una supuesta necesidad ajena para beneficio personal.
2.Otro error es que son recetas o fórmulas para conseguir resultados, en detrimento de la Fe. El camino de Fe se abandona para entrar en la senda de la magia. “Se atribuye una importancia, de algún modo, mágica, a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias” (Catecismo, 2111).
3.Otro problema es el asunto de la amenaza por la no realización de una práctica intrascendente. Es inaceptable. Esto sugiere tener un miedo infundado a Dios por solicitudes hechas por hombres, que pretenden hablar en su nombre.
4.Un error más es la difusión de oraciones e imágenes que contienen errores teológicos.
5.Cuando nos damos cuenta de que Dios no responde al agitar nuestra varita mágica, cuando vemos que Dios no cumple lo que le pedimos, viene el desencanto y la frustración.
6.Se quiere “motivar” a los demás a propagar una ‘cadena’ para conseguir lo anhelado de una manera fácil, rápida y eficaz, aun por encima del cumplimiento de la Voluntad de Dios; que hemos de buscar y vivir.
Todo se centra en dos errores: A Dios no se le ponen plazos, ni Él responde a las exigencias que le hacemos, desconociendo sus planes para con nosotros a través de su Divina Providencia y Sabiduría.
Además, se ora olvidando que la oración debe acomodarse a la Voluntad de Dios. Nunca podemos presionar a Dios para que Él realice lo que deseamos; la oración simplemente es para ponernos en sus manos… “como un niño en brazos de su madre” (Sal 131, 2). No podemos manipular a Dios. Él no actúa de acuerdo a la voluntad humana; no es un dispensador de milagros, y la relación con Él se basa en la confianza.
Por tanto, hay que decir: “NO a estas ‘cadenas de oración’”. Y que nadie se sienta mal o culpable o en pecado si las ignora.
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