Unos piden y otros tiran
Tan sólo en la Costa de Jalisco se desperdicia el 40% de la producción de algunas frutas, como el mango, el tamarindo, la sandía y varias hortalizas. En el caso del mango, el sobrante supone, por año, cerca de 30 mil toneladas, lo que plantea también una merma económica de por lo menos 2 mil 500 pesos por cada tonelada pagada en la huerta, de acuerdo a datos manejados por la Secretaría de Desarrollo Rural de Jalisco (SEDER).
Hay diversas causas que explican el desperdicio de los alimentos, desde deficiencias tecnológicas que impiden, a los actores involucrados, cosechas eficientes y oportunas, hasta situaciones del mercado que originan que resulte incosteable la recolección y transporte de los alimentos y de que aplique el refrán “Sale más caro el caldo que las albóndigas”.
El caso viene a colación, dado que cada 16 de octubre la Organización de las Naciones Unidas hace un llamado sobre este problema, y otros que vienen de la mano, en el Día Mundial de la Alimentación.
A escala internacional, el asunto es complejo y conlleva fenómenos de gran impacto social, como el hecho de que, según cifras de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), en América Latina cada día se desperdician 348 mil toneladas de alimentos (en su mayoría perecederos), un volumen que permitiría alimentar a 36 millones de habitantes. Tales números pueden parecer fríos, pero expresan un crudo problema social, como es el hambre.
Preocupación
Este tema es motivo de análisis permanente de las representaciones de la FAO, sobre todo en los países con sufrimiento de hambre en segmentos amplios de su población, como ocurre en nuestra Patria.
Dicho Organismo internacional ha enfatizado que el reto de producir más alimentos ante el incremento demográfico que se registra en varios países, sobre todo los llamados emergentes, va de la mano con el desafío de hacer eficientes al máximo las cadenas productivas, con el objetivo de reducir el desecho de víveres.
Tal eficiencia supone incidir desde la cosecha hasta la comercialización, además de todo el manejo, transportación y almacenaje de productos comestibles.
El Titular de la SEDER, Héctor Padilla Gutiérrez, refirió que entre las medidas destacadas para enfrentar este problema, se maneja el sistema de acopio y recolección de productos de parte de los Bancos de Alimentos, además de los comedores comunitarios.
Comentó que la merma incide mayormente en productos de corta vida, como frutas y verduras frescas, porque su caducidad llega pronto, en comparación con los granos y las frutas secas.
En Guadalajara, desde 1991, el Banco Diocesano de Alimentos (BDA) ha acumulado una experiencia operativa en la tarea de evitar el desperdicio de los mismos y hacerlos llegar a las personas que menos tienen, en una tarea coordinada con organizaciones civiles, como la Unión de Comerciantes del Mercado de Abastos (UCMA).
Miguel Fernando Ramírez refirió que, mensualmente, su gremio canaliza 525 toneladas al BDA que, a su vez, éste distribuye a casi 16 mil 400 familias.
EL DATO
•En nuestro país se desaprovecha, al año, un volumen de 19 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale al consumo de 27 millones de personas, según datos de la Secretaría de Desarrollo Social y la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos.
•Actualmente, funcionan en el país cinco mil 150 comedores comunitarios, que brindan atención a 600 mil personas en todo el país.
•La FAO promueve, hoy en día, la Plataforma Técnica del Programa de Medición de Pérdidas de Alimentos, para tener datos más precisos.
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