Aconseja el Papa:
CIUDAD DEL VATICANO- La Catequesis del Papa Francisco el miércoles durante la Audiencia General llevó por título “Dar de comer a los hambrientos. Dar de beber a los sedientos”, y explicó que se trata de una de las Obras de Misericordia más importantes, que acerca, además, al Evangelio.
El Obispo de Roma comenzó denunciando que “una de las consecuencias del considerado ‘bienestar’ es la de conducir a la persona a cerrarse sobre sí misma, haciéndola insensible a las exigencias de los otros.
“Cuántas veces los Medios de Comunicación nos informan de pueblos que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños”, reflexionó.
Añadió que, gracias a las imágenes que se ven a través de los Medios, se inician campañas de solidaridad para ayudar. “Las donaciones se hacen generosas, y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos”, y aunque destacó que esta forma de apoyo es importante, admitió que “no nos involucra directamente”.
Sin embargo, “cuando andamos por la calle y nos encontramos con alguien que tiene necesidad, o un pobre llama a la puerta de nuestra casa, es muy diferente, porque no estamos más delante de una imagen, sino que somos involucrados en primera persona”.
En este caso, “¿cuál es mi reacción?”, preguntó. “¿Evito mirarle y voy a otra cosa? ¿O me paro a hablar y me intereso sobre su estado?” Quizás ella sólo pida lo necesario: algo de comer y beber”, detalló.
Luego pidió pensar cómo en el Padre Nuestro se pide que Dios “nos dé el pan de cada día. La experiencia del hambre es dura”, advirtió, afirmando también que esta realidad “convive junto a la abundancia y los residuos”.
Después de recordar que la Fe sin frutos está muerta, el Santo Padre dijo que siempre hay alguno que tiene necesidad, que “necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi compromiso”.
También aludió al relato evangélico de la multiplicación de los panes y los peces y dijo que “nos dice que si lo poco que tenemos se lo confiamos a las manos de Jesús y lo compartimos con Fe, se convierte en una riqueza sobreabundante” (ACI).
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