Sobre las consultas populares
Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero
El debate y las propuestas de consultas populares nacionales “se han puesto de moda”. Por un lado, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) está en el proceso de impulsar una Consulta sobre la Aceptación de la Reforma Energética; por otro, el Partido Acción Nacional (PAN), por su cuenta, está recabando firmas para llevar adelante una Iniciativa sobre el Incremento al Salario Mínimo. Y ahora el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dice que promoverá una Consulta para reducir la cantidad de Diputados Plurinominales a la mitad; es decir, quitar a cien Legisladores de Representación Proporcional.
Si analizamos estas propuestas a la luz de lo que debería ser el propósito fundamental de una Consulta Popular, nos daríamos cuenta de que, en los tres casos, el proceso puede resultar un fiasco y que su utilidad real será muy poca para los ciudadanos, y más bien les dejaría una alta rentabilidad político-electoral a los Partidos consultantes.
¿Para qué sirve una consulta popular?
Se trata de un mecanismo de la democracia participativa o directa, mediante el cual los ciudadanos pueden expresar su voluntad política en un momento no electoral, frente a un tema en el que visiblemente hay una confrontación de ideas y posturas, y que puede tener un carácter vinculante; es decir, que el resultado de la consulta se convierta en un mandato real hacia las Autoridades implicadas, sobre el asunto en cuestión.
Si no se cumplen estos requisitos, no podemos hablar de una auténtica Consulta Popular. Dicho de otra forma: si no es un tema que visiblemente plantee un debate de posturas opuestas entre distintos actores políticos, y si no produce efectos vinculantes, no tiene caso realizar un ejercicio de este tipo.
Ahora bien, en países con democracias sólidas suelen hacerse Consultas cotidianamente, ya que los políticos asumen que, antes de tomar decisiones importantes, hay algunos asuntos que hacen necesario que los ciudadanos expresen su voluntad de forma clara e inequívoca. Sólo por citar un ejemplo, en algunos países europeos sometieron a la decisión popular si sus naciones formaban o no parte de la Unión Europea.
Las propuestas de consultas populares nacionales
Si confrontamos el propósito de lo que debe ser una Consulta Popular frente a lo que ahora proponen los tres grandes Partidos nacionales, los tres ejercicios no pasan “la prueba del ácido”.
En el caso del PRD, varias encuestas que han dado a conocer algunos Medios de Comunicación de alcance nacional reconocen que la mayoría de la población desaprueba la Reforma Energética, no está convencida de sus bondades y cree que los problemas del sector energético no se resolverán con estas modificaciones legales; esto es, que en tal caso podemos hablar de un desacuerdo ostensible en la población y, por lo tanto, son muy previsibles sus resultados. Pero la mayor debilidad no está allí, sino en que dicha Consulta no reviste ningún carácter vinculatorio, lo cual se traduce en que la legislación recién aprobada no se modificará por los resultados que surjan. En otra clara traducción: una Consulta en este tema está a destiempo.
En cuanto a la propuesta del PAN, de incrementar el salario mínimo, los resultados posibles son todavía más evidentes: la gran mayoría votará a favor del aumento, y por esa razón no se justifica la consulta; más bien, son los políticos neoliberales los que se oponen a una medida de este tipo; o sea, no es un problema de conocimiento de la voluntad popular, sino una cuestión de voluntad política. Derivado de lo anterior, esta Consulta tendría muy pocas posibilidades de ser de carácter vinculatorio, porque no se traduciría en un mandato para la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, que es la instancia encargada de determinar los aumentos al sueldo.
Y sobre la propuesta del PRI, lo primero que tenemos que advertir es que está a destiempo. Apenas recién aprobada la Reforma Político-Electoral, resulta muy extraño que el tricolor venga ahora a poner sobre la mesa este asunto, cuando el tema estuvo en el Congreso recientemente y este Partido lo votó a favor. Además, en este caso también resulta obvio que la mayoría de la población tiene en muy mal concepto y valora muy negativamente a los Diputados, y entonces también en este ejercicio el resultado es muy previsible.
En los tres casos parece que el hilo conductor que explica las propuestas es la necesidad de los Partidos de realizar un proceso de legitimación política para rescatar su endeble credibilidad y su poca capacidad de acercamiento a las necesidades de la población. En este sentido, semejantes Consultas están más cerca de un ejercicio de simulación política que en un deseo profundo de cambio en la forma de hacer política.
Y es que a los tres Partidos puede reclamárseles que tuvieron la oportunidad de enderezar las cosas. En el caso del PRD, pudo generar mayor presión social para contener la Reforma Energética; en cuanto al PAN, dispuso de todo un sexenio para cumplir la promesa de Campaña de Felipe Calderón Hinojosa, de convertirse en el Presidente del Empleo; en lo referente al PRI, desaprovechó la ocasión de poner sobre la mesa este tema en la recién aprobada Reforma Político-Electoral.
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