jueves, 11 de septiembre de 2014

La gente tiene la palabra

Texto y Foto: Luis Sandoval Godoy


PERS0136276- A toda ley

¿Y sabe qué? Abra bien los ojos, apriete bien los dientes, afirme los puños con fuerza, levante la cabeza, pero mire bien dónde pone cada pie, sobre las piedras tendidas en el río.

Se trata del río del tiempo, del curso de nuestra vida al igual que el curso de un río, en cuyo correr algunos han fracasado. No le suceda a usted; póngase buzo en esto.

Para caminar en vado tan importante y decisivo en el desenlace de una vida, hay que pisar sobre las piedras puestas para pasar el río; o sea, ajustar el paso a las leyes.

Las leyes divinas y las leyes humanas van de la mano. Las normas sociales, como los Mandamientos de Dios, dan a nuestra vida rumbo cierto y seguro al observarlas.


277- A todo le tira y a nada le pega

Nos estábamos acordando del vecino que vive por el rumbo donde se juntan los ríos. Aquí, la plebe, que no se duerme, le puso por apodo El Calcetín, porque anda en todos lados.

Va y viene, entra y sale, sube y baja, pregunta y espera que le satisfagan todas sus inquietudes, pues quiere tomar razón de toda la gente del pueblo, del país y del mundo.

Sucede que El Calcetín, como le decimos, se aviene a lo que dicen de cierto individuo al que llaman “El mil usos”, porque se ensaya en todo y en nada tiene resultado.

Son vidas de espérame tantito; son gentes dispuestas a todo, pero incapaces de llegar a buen fin; se quedan en el camino, y toda su vida es un tejido de puros anhelos vacíos.


278- A ver en qué topa

Y quién es aquel compadre que puede salirnos a la esquina, echarse una ruidosa carcajada y presumir que él se las sabe todas, que él, a ojos cerrados, sale adelante.

Es curioso observar las actitudes humanas, medir los desplantes del que camina con pies de miedo o el que dice tener tino y acierto, éxito triunfal en todo lo que emprende.

Lo pensamos y nos ponemos como a examinar los modos en que se conducen los vecinos tomando por caso al joven que aparece aquí, a quien llamamos El Quihúbole.

El mote que los vecinos le hemos dado responde a sus desplantes, como un reto, como un desafío en el que aparece tan feliz, risueño y con el desplante: Quihúbole.


279- Al pan, pan; y al vino, vino
¿Y a quién, por más antojado y goloso que sea, no le caerá bien un pan redondo, muy espolvoreado en canela, al lado de un jarro servido de buen vino, con nuestros finos vinos?

Dicen que en nuestra Patria se ha avanzado mucho en las tareas tan exclusivas y delicadas en eso de la Enología, que ha dado fama a conocidas naciones de todo el mundo.

Ahora hay que hablar de los viñedos mexicanos, de las marcas mexicanas y del buen nombre que cada vez más se van abriendo paso aquí algunos buenos vinos.

Hay que extremar el cuidado y la vigilancia en mantener y acrecentar estos nombres, evitando mixturas y batidillos de mala calidad. Que cuidemos, así, buen pan y mejor vino.


280- Al que quiera azul celeste…

Aquí hace falta el desenlace, pues más que un simple decir popular, aquí nos sale un refrán en el cual falta decir que ese tono azul, desleído y tierno, tiene un gran costo.

Uno dice: aquí vámonos poniendo en ringla para que a todos nos toque; nos acomodamos en la fila, esperamos el momento y decir, como solemos decir: pos, enchílame otra.

El azul celeste está allá arriba, no puede tocarse con las manos; sólo verlo y extasiarse contemplándolo; su aire de pureza, su nitidez en claridad luminosa, y su diafanidad.

Los gustos se pagan. Quien suele ser exigente en sus deseos y quiere tener lo que pocas gentes llegan a tener, sepa y entienda que para eso tiene que cubrir un alto costo.


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