Dulce Natalia Romero Cruz
El segundo día de actividades de la XXII Jornada Sacerdotal de Estudio-Convivencia, que tuvo lugar el martes 9, comenzó también con un momento de oración en la Capilla del Seminario Menor. Al terminar, continuó, en el Auditorio “Cardenal José Salazar López”, la exposición del Tema en torno a la Familia, incidiendo sobre “El amor conyugal, una tarea de dos”, que dictó el Padre Miguel Humberto Yáñez, Sacerdote Jesuita.
Durante su intervención, recalcó lo que es el amor y por qué resulta tan difícil en estos tiempos mantener un compromiso. Habló sobre la necesidad de tratar de entender la belleza del amor conyugal hasta las dificultades que implica. Y es que el amor está compuesto por: Emoción, que es una experiencia afectiva intensa, espontánea y que se vuelve pasajera. Sentimiento, que es un estado más completo, estable y duradero, con menos implicación fisiológica, y que puede comenzar a cultivarse. Y Afecto, como algo que afecta interiormente al amante.
Tras describir estos estados de ánimo amoroso, hizo una reflexión sobre la cultura posmoderna, en la que nadie es responsable de sus afectos, en la que es casi imposible dominar los estados de emoción y sentimiento; situación que puede resultar muy riesgosa. Mencionó que todos tenemos la responsabilidad de construir nuestros propios sentimientos, que no significa inventarlos ni negarlos. En relación a esto, afirmó que los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una escuela de los afectos, porque la oración contemplativa tiene la finalidad de cultivarlos, y sin ello no puede adquirirse una buena vida espiritual.
La construcción del amor
En esta parte, recordó que los Sacerdotes tienen como una de sus tareas principales el guiar a los futuros esposos mediante pláticas para parejas de novios y prematrimoniales; además, educar en el amor a los jóvenes, haciéndoles ver la importante diferencia que existe entre el amor y el enamoramiento. El Padre Miguel Humberto hizo hincapié en que esta etapa de enamoramiento surge generalmente en la adolescencia, cuando se puede padecer de indigencia afectiva, lo cual en esta etapa de la vida hace crisis, y que consiste en la necesidad de sentirse queridos, y hace caer a los muchachos en la idealización del otro, que finalmente redunda en no poder conocer a fondo a la otra persona.
Ofreció también el Conferencista una interesante explicación de cómo va madurando el hombre respecto al amor; cómo, de un sentimiento acompañado de voluntad, puede surgir el amor hasta llegar a la vida matrimonial, durante la cual se plantea el desafío de cultivar la vida afectiva.
Y concluyó señalando que antes había menos riesgos para el matrimonio y ahora es más difícil mantener una relación estable y con fidelidad, mas no sólo en el matrimonio, sino en la propia vida religiosa y consagrada. Es por eso que se debe de contar con las herramientas necesarias que da la educación en los valores.
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