Septiembre, Mes de la Biblia
Una lectura recomendada en todos los tiempos
Nunca es tarde para aficionarnos a la lectura, y qué mejor que lo hagamos empezando por leer la Biblia, principalmente en este mes en que se nos exhorta a hacerlo, ya sea de manera grupal o individual, para lo cual es bueno tener un ejemplar en casa.
Dulce Natalia Romero Cruz
La palabra Biblia es una traducción del hebreo, que significa “libros”. Puede decirse que es una “Biblioteca”. Está formada por 73 Libros (ó 72, si se toma, en el Antiguo Testamento, AT, el Libro de Jeremías junto con el de Lamentaciones, dependiendo de la versión). Son 27 Libros del Nuevo Testamento, NT, y 46 del Antiguo.
Comenzó a formarse, la Biblia, cuando Dios se le apareció a Abraham, y después él transmitió la Palabra de Dios a su esposa, dando origen a la tradición oral, que es la transmisión de la Revelación de boca en boca, y que posteriormente fue quedando por escrito.
En el caso del AT, los Libros empezaron a formarse en el Siglo X a.C., durante el reinado de Saúl, de David, y concluyeron con Salomón, hasta el Siglo II a.C. con el Libro de la Sabiduría, que es el último del AT. Los primeros Libros en ser escritos del NT son las Cartas de San Pablo, quien las redactó sin la intención de que quedaran para la posteridad. Él escribía sus Cartas a las comunidades que evangelizaba, y en los años 51 y 52, d.C., se procedió a reunir sus primeros escritos, que fueron las Cartas a los Tesalonicenses. El último Libro novotestamentario que se escribió es el Apocalipsis, que se calcula haber sido compuesto alrededor del año 100.
Idioma
Dios se reveló al pueblo hebreo y, por tanto, las tradiciones orales circularon inicialmente en lengua hebrea, que es más antigua que el arameo.
“Cuando llegan a esta tierra de Canaán, lo que conocemos como Palestina, tierra de Jesús, el hebreo va a tomar una forma muy particular y se convierte en arameo, que es la lengua hablada por Jesús y sus discípulos”, explicó el señor Cura Eduardo Michel Flores, Párroco de San Jorge Mártir y Coordinador de Animación Bíblica de la Pastoral en la Arquidiócesis de Guadalajara.
La mayor parte de los Libros del AT está en hebreo, pero siete fueron escritos en griego, los Sapienciales (Tobías, Judith, Eclesiástico, Sabiduría, Baruc, Macabeos 1 y 2, y algunas partes de Ester y Daniel), los cuales, por cierto, no son reconocidos por los hermanos separados, pero para nosotros los cristianos toda la Sagrada Escritura es Revelación de Dios.
Se forma un Libro Sagrado
“Hablamos de un Canon; esto, ¿qué quiere decir?, pues que se trata de una lista de Libros inspirados. Hay toda una literatura muy interesante de cómo se fueron reuniendo todos los Libros del AT y el NT. Los del AT se fueron juntando en la medida que el pueblo iba sintiendo la necesidad de ir catalogando cuáles eran revelados por Dios y cuáles no, porque circulaban muchos que no eran auténticos y son los que hoy conocemos como Libros Apócrifos. Por lo tanto, tenía que contarse con la intervención de una Autoridad que regulara la selección de Libros”. Con el Canon del NT también pasó lo mismo, y entre los Apócrifos hubo Evangelios y Cartas de Los Hechos de los Apóstoles.
“Desde el Siglo I, aseguró el Padre Michel Flores, la Iglesia ya considera cerrado el Canon de los Libros, porque la Revelación termina con el último de los Apóstoles, que en este caso fue San Juan, quien al morir, siendo el Apóstol de Cristo más joven, se consideró concluida la Revelación de Dios a través de los escogidos testigos de Jesús”.
La Biblia se constituyó como tal en los Siglos II y III, pero no fue sino hasta el Concilio de Trento, en 1546, cuando se definió cuáles serían los Libros que formarían parte de la Biblia, ya que existía entre las Iglesias Cristianas de la antigüedad la divergencia de aceptar el Canon del AT breve, judío, de 39 Libros, o el largo, y en el Concilio la Iglesia determinó que se asumiera el largo, junto con los Libros Sapienciales.
Se inician las reproducciones
La lectura de la Sagrada Escritura comenzó siendo meramente litúrgica, porque era el único acceso que había a ella. Para poder escuchar las Sagradas Escrituras había que acudir a la Iglesia, donde los encargados de reproducirla eran Amanuenses; es decir, Escribas que transcribían los textos para que todas las comunidades pudieran tener al menos una copia. No era fácil adquirir un ejemplar, principalmente por los materiales que se usaban, como eran los pergaminos, material degradable y muy difícil de conservar. Por eso no se cuenta con ningún escrito original de la Biblia. Existían personas pudientes que podían pagar por tener una copia en su casa; tarea costosa que requería de ocho a doce meses y requería entre cuatro o cinco Escribanos especialistas.
Más que un estudio
Por otra parte, comentó el Padre Eduardo Michel (postgraduado en Sagradas Escrituras) que las primeras traducciones fueron al latín y al siríaco, que eran lenguas que se hablaban al Norte de África y de Asia. El latín fue sustituyendo al griego cuando los romanos continuaron con el dominio político en toda la región, y la gente hablaba el latín vulgar (refiriéndose a la lengua del pueblo, vulgus).
“Traducción e interpretación van de la mano en los textos bíblicos. Es necesaria, pues, la Hermenéutica, que significa interpretar, ya que se trata de la Palabra de Dios, humana y divina al mismo tiempo. La Ciencia Hermenéutica ayuda a descifrar lo que quiso decir el Señor para aplicarlo al tiempo actual. La interpretación es la base de la traducción, porque en realidad para poder traducir se necesita haber entendido los textos”.
Al hacer traducciones de la Biblia a las lenguas que la gente habla, la Iglesia es la que debe dar la pauta sobre ellas. Fueron los hermanos separados quienes tuvieron la iniciativa de traducir la Biblia a la lengua vernácula de cada región. Se decía que la Iglesia Católica era reticente para hacerlo, cuando en realidad sólo era cuidadosa para traducirla a lenguas modernas. Hasta el Concilio de Trento se habló de esta necesidad, pero en el Concilio Vaticano II fue cuando se permitió abiertamente la traducción a todas las lenguas, aunque ya desde el Siglo XVI, con la Imprenta, fue más común y sencillo hacerlo.
El Encargado Diocesano de Animación Bíblica de la Pastoral dejó en claro también que en las Sagradas Escrituras hay géneros literarios, formas de expresión, giros, etc., por lo que la Exégesis ayuda a comprender qué quiso decir el autor, y la Hermenéutica a saber qué quiere decir Dios. Por esto no se puede decir que la Biblia fue dada a los hombres para que cada quien pudiera interpretarla como quisiera, y porque, además, estos Libros nacieron en el corazón de un pueblo determinado, y su contenido se vino difundiendo a través de tradiciones que se fueron transmitiendo por siglos. Por tanto, debe ser entendida en estos contextos.
Versiones
En castellano. Las versiones actuales de la Biblia están traducidas de la lengua original, de los manuscritos y de los códices.
-Biblia de Jerusalén. Que es de estudio; fue preparada por la Escuela Bíblica (École Biblique) de Jerusalén, de los Padres Dominicos. La primera traducción de esta versión fue al francés. Se dice, erróneamente, que la versión castellana se hizo del francés, pero no es así; sólo fueron traducidas del francés las notas del pie de página.
-Biblia de Jerusalén Latinoamericana. Con lenguaje más adaptado al lector de estas latitudes.
-Nácar-Colunga. Una de las clásicas. Fue impresa en España.
-Biblia Latinoamericana. Editada especialmente para lectores de América Latina, y aunque su primera traducción fue en español de España, ha ido adecuándose.
-Biblia de América. Una versión más actualizada.
-Biblia de la Iglesia en América. Es un esfuerzo grande que se realiza para hacer esta versión. Quien está al frente del Grupo de Estudio es un Sacerdote mexicano, el Padre Carlos Junco Garza, y hay la intención de que sea la traducción oficial que la Iglesia de América Latina proponga adoptar para todo el Continente.
Existen algunas otras versiones en castellano.
Cómo leer la Biblia
Hay diferentes formas de acercarnos a las Sagradas Escrituras.
-La primera es la litúrgica, porque es el acceso que tenemos la mayoría. Se dice que quien asiste a Misa todos los domingos, en tres años ya tiene una visión completa de toda la Biblia. Quien participa diariamente en la Eucaristía alcanza esa visión en dos años.
-Lectura individual. Es muy recomendable tener una Biblia en casa. Debe comenzarse por los Libros que son más cercanos a nosotros: los Evangelios, Los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de los Discípulos, dejando el Apocalipsis hasta el final.
-Lectura grupal. Para esto se recomienda que quien esté al frente del Grupo sea alguien que conozca de Sagrada Escritura o que esté directamente asesorado por alguien que la haya estudiado, con tal de evitar errores y desviaciones. Esta lectura puede promoverse en Círculos Bíblicos, Pastorales, Parroquiales, etc.
El lugar de la Historia de la Salvación
La tierra de Jesús, en conflicto
En esta segunda parte del Tema de la Semana trataremos de ubicar el lugar que actualmente se encuentra en lucha geopolítica, pero que en la antigüedad fue la región donde Cristo desarrolló su ministerio. El Padre Eduardo Michel Flores nos hace un recorrido histórico sobre la continua batalla que ha vivido el Pueblo de Israel.
Dulce Natalia Romero Cruz
Ubicación actual
La tierra del Antiguo Testamento (AT), es decir, la tierra de Canaán (1), se localiza en lo que se llama “La media luna fértil”, que va desde Mesopotamia hasta Egipto. Es un lugar en su mayoría desértico, pero muy fértil en la parte Norte, por lo que ha sido buscada e invadida por muchos pueblos; es una región sobre la que otras naciones tenían que ir y venir, pues siendo el único acceso al mar con el que contaban algunos países del Continente asiático (mesopotámicos, babilónicos, etc.), trataban de llegar a la costa y la única forma de lograrlo era pasando por medio de lo que hoy conocemos como Israel.
Canaán se ubica entre África y Asia; es el paso entre estos dos Continentes; es decir, es la frontera de los dos, junto al Mar Mediterráneo. Sus límites naturales son: al Norte, con el antiguo Tiro, Sidón y Fenicia (actualmente Líbano); al Sur, con Egipto (2), y hacia el desierto, con Siria (3) y Jordania (4).
Antiguo Testamento
El peregrinaje del pueblo de Israel comienza en Mesopotamia (5), en Ur de los caldeos, que es donde nace Abraham y el lugar desde el cual va a salir para llegar a la Tierra Prometida que Dios le había indicado. Llega por el Norte, y poco a poco el pueblo de Israel va a ir formándose a través de los años. Las historias que conocemos en la Sagrada Escritura llevan a Abraham y a sus descendientes a vivir en Egipto, a raíz de una hambruna que asoló a Canaán. Después de estar en Egipto, vienen los hebreos a poblar la Tierra Prometida. Esto podemos leerlo en los Libros de Josué y Jueces, que nos relatan la distribución del territorio a las Tribus de Israel.
También podemos ubicarlo en las diferentes versiones de la Biblia, en las que aparece una serie de mapas. En el AT podemos distinguir las tierras que correspondieron a cada una de las Tribus.
Después, estas Tribus de Israel se unifican en un solo Reino por imitación de los Reinos cananeos, bajo el reinado de Saúl, David y Salomón, respectivamente. Sin embargo, no dura mucho esta unión, porque luego se desmiembra y se forman el Reinado del Norte, con Samaria como Capital, y el del Sur, con Jerusalén.
Nuevo Testamento
Con Jesús ya se habla de una organización totalmente distinta, porque eran los romanos los que gobernaban. Pero la Tierra Prometida ha sido un territorio vapuleado por los Imperios de Asiria, Egipto, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, y muchos otros gobiernos extranjeros, como el Imperio Bizantino, Otomano, Británico, hasta que finalmente, en el siglo pasado, se creó el Pueblo de Israel como Nación.
La tierra de Jesús, geográficamente, puede dividirse en tres Zonas principales: al Norte, Galilea; al Centro, Samaria, y en el Sur, Judea. El otro lado del Río Jordán se conoce como Transjordania.
Jesús nació en Belén (6), que esta al Sur, a seis kilómetros de Jerusalén (7); sus padres procedían de Nazareth (8), que está al Norte. Prácticamente, Cristo desarrolla su vida en Nazarteh y sus alrededores. Por eso hoy que se encuentran vestigios arqueológicos de grandes ciudades muy cercanas a Nazareth, se cree que Jesús pudo haber ido a estos lugares a trabajar con su padre José el carpíntero, como por ejemplo en la Ciudad de Séporis (9) (a siete kilómetros de Nazareth) y Tiberias o Tiberíades (10) (a 20 kilómetros). Lo cierto es que Jesús va a desarrollar su ministerio sobre todo en pequeñas poblaciones en torno al Lago de Genesaret o Mar de Galilea, especialmente en la Ciudad de Cafarnaúm (11), que será el centro de sus operaciones apostólicas. A partir de ahí, lo hará en toda la Región del Norte, que conocemos como Galilea.
La disputa por la tierra
El conflicto que se sufre actualmente entre Israel y Palestina es tan antiguo como la Sagrada Escritura. Los dos pueblos, tanto los judíos como los árabes, se disputan el derecho sobre la tierra de Israel, Canaán o Palestina, o la Tierra de la Biblia. Hay que recordar que los árabes que viven en Tierra Santa afirman ser descendientes del primer hijo de Abraham, Ismael, el que procreó con su esclava, mientras que los israelitas son descendientes de Isaac, que es ‘el hijo de la promesa’, por lo que ambos pueblos reivindican sus derechos.
Hacia el año 70 d.C. llegaron los romanos y destruyeron la Ciudad de Jerusalén. Los judíos salieron del territorio, quedándose sólo algunos, pero en el año 135 fueron expulsados por completo. Los árabes permanecieron asentados ahí durante siglos. Aunque nunca desaparecieron de esas tierras los judíos, y después fueron regresando poco a poco, marcadamente a finales del Siglo XVIII y en el XIX. Ya en el Siglo XX, bajo la dominación británica, los judíos se mantienen en su tierra y proclaman su Independencia en 1948. Los británicos unifican a todos los pueblos árabes que no quieren a los judíos, y comienza así un feroz enfrentamiento por una tierra que ambos reclaman como suya.
Y aunque la ONU declaró que es un lugar donde debe estar el Pueblo de Israel y que puede coexistir con los palestinos, Palestina no aceptó esta determinación.
Sin vuelta atrás
Hoy en día, lo que ha desencadenado el más reciente conflicto bélico fue que el 12 de junio de este año, tres jóvenes judíos fueron secuestrados y asesinados. Después de los hechos, los dos grupos extremistas que existen en Palestina, de los Partidos Fatah y Hamás, se unieron, lo que significó una poderosa amenaza, puesto que eran dos facciones de un pueblo que habían estado separadas por muchos años y ahora se ponían de acuerdo para hacer temblar a Israel. Se dice que el asesinato de los tres jóvenes no fue realizado por palestinos; pero otros dicen que sí. Al parecer, sí lo hicieron miembros del grupo Hamás, la parte más radical de Palestina.
Con todo, lo que desbordó la escalada de violencia fue que, en represalia, un joven palestino fue secuestrado y quemado vivo, y por ello, Hamás comienza a lanzar cohetes contra Israel como una reacción ante la tortura y muerte del joven de 16 años. Entonces, Israel activa su operación ‘Margen Protector’, bombardeando enclaves palestinos para defenderse de los ataques de éstos.
En estos días se ha hablado de un Alto al Fuego, pero ya con muchas bajas para ambos bandos beligerantes, principalmente para Palestina, que ha lamentado la muerte de más de mil personas.
En aclaración
“No es un conflicto religioso -recalcó el señor Cura Eduardo Michel-; es geopolítico, porque, en el fondo, lo que está en disputa es la posesión de la tierra. No se trata de una ‘guerra santa’ entre musulmanes contra judíos, porque en el mismo Israel hay musulmanes de nacionalidad judía. Los judíos son un pueblo que está exigiendo respeto a su existencia, proclamada por la ONU en 1948; sin embargo, al que aún no se le reconoce como un Estado es a Palestina. Hay dos regiones en Israel donde hay palestinos asentados, que son Cisjordania y la Franja de Gaza. En la primera, domina el Grupo Fatah, reconocido como más moderado, y en la Franja de Gaza están los más radicales, los de Hamás”.
Finalmente, el Sacerdote nos hace una invitación: “Conozcamos y profundicemos, no sólo en este mes, sobre la Biblia y los temas que tienen qué ver con la Tierra de Jesús. Ninguno de nosotros estamos dispensados de acercarnos a algún buen Atlas Bíblico que vaya adentrándonos en estos temas para conocer mejor la Sagrada Escritura. Termina este mes bíblico con la Fiesta de San Jerónimo, Patrono de los Estudios Bíblicos, que vivió en Tierra Santa en el Siglo III y se dedicó a la traducción y difusión de las Sagradas Escrituras. Yo los invito a que imitemos a este Santo en el conocimiento, en la profundización y en el amor a la Palabra de Dios”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario