CIUDAD DEL VATICANO- El Santo Padre dedicó su Catequesis del miércoles a su reciente Viaje Apostólico a Albania, país en el que estuvo el domingo 21 de septiembre, y señaló ante las más de 50 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro, que esa Nación es Tierra de Mártires, un lugar de gran sufrimiento y también un ejemplo para el mundo, en donde las diversas religiones conviven pacíficamente.
“Al centro del viaje estuvo un encuentro interreligioso, en el que he podido constatar, con viva satisfacción, que la pacífica y fructuosa convivencia entre personas y comunidades pertenecientes a religiones diversas es no sólo de esperar, sino concretamente posible y practicable.
“Gracias a la presencia de algunos ancianos, que han vivido sobre su propia carne las terribles persecuciones, ha resonado la Fe de tantos heroicos testigos del pasado, los cuales han seguido a Cristo hasta las extremas consecuencias.
“Recorriendo la avenida principal de Tirana, que desde el aeropuerto lleva a la gran plaza central, pude ver los retratos de los cuarenta Sacerdotes asesinados durante la dictadura comunista, y para quienes se ha iniciado la Causa de Beatificación. Éstos se suman a los cientos de cristianos y musulmanes asesinados, torturados, encarcelados y deportados sólo porque creían en Dios.
“Fueron años oscuros, durante los cuales fue arrasada la libertad religiosa y estaba prohibido creer en Dios. Miles de iglesias y mezquitas fueron destruidas, convertidas en almacenes y salas de cine que propagaban la ideología marxista. Los libros religiosos fueron quemados, y a los padres se les prohibió poner a sus hijos los nombres religiosos de los antepasados.
“La memoria de los Mártires que resistieron en la Fe es garantía para el destino de Albania, porque su sangre no fue derramada en vano, sino que es una semilla que traerá frutos de paz y de colaboración fraterna.
“Hoy, de hecho, Albania es un ejemplo no sólo de renacimiento de la Iglesia, sino también de la convivencia pacífica entre las religiones. Por lo tanto, los Mártires no son los vencidos, sino los vencedores: en su heroico testimonio brilla la Omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo, abriendo nuevos caminos y horizontes de esperanza.
“Una vez más, doy las gracias al Señor porque, con este viaje, me ha hecho encontrar a un pueblo valiente y fuerte, que no se dejó doblar por el dolor.
“Encomiendo los frutos de mi visita a la Virgen del Buen Consejo, que se venera en el Santuario de Scutari, para que Ella continúe a guiar el camino de este Pueblo Mártir” (ACI).
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