jueves, 18 de junio de 2015

Vivir en la pantalla

“Ay, Dios mío… ¡las homilías!”:
Papa Francisco

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“¿Cómo hablar del Amor de Jesús a la gente? ¿Cómo transmitir el Kerigma?”
“Por favor, tengan piedad del Pueblo Fiel de Dios”, dijo el Papa Francisco, el viernes 12 de junio en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, al conducir la Meditación del Tema: “Transformados por el Amor y para el amor”, en ocasión del 3er. Retiro Mundial de Sacerdotes, publicado en aleteia.org. ese mismo día. Agrego aquí una lista de cómo No decir una Homilía, escrita por el Padre Antonio Rivero, L.C., en Zenit (año 2013), lista que publicó también aleteia el 8 de junio pasado.

El primer consejo
“La gente no aguanta más de ocho minutos, se desconecta y quiere que se le hable desde el corazón”, advirtió, tras acordarse de que “un Sacerdote, en una Homilía, contó de la venida del anticristo y la pérdida de la Fe en Europa… ¡Qué pena! ¡Qué pérdida de tiempo!”.

El segundo consejo práctico para realizar una homilía eficaz
Estructurar el discurso en “una idea, una imagen y un sentimiento”. Hay Homilías que son excelentes Conferencias, pero no llegan a la gente. Recuerden que la Homilía no es una Conferencia o una clase de Teología.

El tercer consejo
Trabajar en la espiritualidad del Predicador y no usar un lenguaje moralista. “La Homilía es poner lo mejor de mí para que el Espíritu hable, para que toque el corazón. Es un lenguaje positivo. No es tanto prohibitivo; es sencillo”. Las Homilías no son clases de Moral. “Lo que debe y no debe hacerse, ésas no son Homilías, son moralistas”.

Se necesitan homilías rezadas
El Papa aconseja a los Sacerdotes ir pensando la Homilía de domingo a domingo e ir rezando la Homilía durante ese tiempo. “No espanten al Pueblo Fiel de Dios, por favor; no pierdan el tiempo… hablen de Jesús, del gozo de una Fe… de la revolución de las Bienaventuranzas”, concluyó.

15 TIPOS DE HOMILÍA QUE HAY QUE EVITAR
¡Qué difícil es hacer una buena Homilía! ¿Cuál es la forma mejor de hacerlo? Bueno, lo que parece que está claro es lo que NO debe hacerse. Aquí, unos ejemplos:

Homilía de improvisación: es la que el Sacerdote prepara cuando se está poniendo el alba, el cíngulo, la estola y la casulla para la Santa Misa.
Homilía libresca: con mucho sabor a libro y escritorio; Homilía académica, carente de corazón y de conocimiento de los oyentes.
Homilía arqueológica: en la que el Predicador quiere siempre incursionar en detalles secundarios sobre los fariseos, esenios, dracmas, estadios, hora sexta, atrio, pozo…No explica el Mensaje de Dios, sino curiosidades periféricas.
Homilía romántica: que quiere arrancar lágrimas, sonrisas y azúcar en el oyente, a base de exclamaciones, gritos, o lenguaje paternalista con adjetivos tiernos, diminutivos o aumentativos.
Homilía demagógica: que abusa de palabras para quedar bien con el público, distorsionando la Doctrina de Cristo.
Homilía literaria: más que una Predicación sagrada es un ejercicio literario o poético.
Homilía antológica: se convierte en un recordatorio de fichas, citas, poesías o textos.
Homilía molusco: invertebrada, blandengue, sin argumento, sin contenido, sin tema. • Homilía ladrillo: sólo ideas, sin relación con la vida de los oyentes.
Homilía espaguetti: se enrolla y se enrolla sobre el mismo asunto, aburriendo a los oyentes.
Homilía cursillo: trata muchos temas, sin concretar uno.
Homilía repetición del Evangelio: no sabe sacar un Mensaje del pasaje evangélico para sus oyentes, y lo único que hace es repetir lo que ya se leyó en el Evangelio.
Homilía técnica: usa en todo el tiempo lenguaje teológico que la gente no entiende (metanoia, kénosis, anáfora, parusía, etc.).
Homilía callejera: el Predicador salpica todo el tiempo con palabras vulgares y soeces. Así, se rebaja la Palabra de Dios, la dignidad del Profeta y la dignidad de los fieles, que San Pablo llama “santos en el Señor”. El Predicador nunca debe rebajarse, pues está hablando en nombre de Cristo y de la Iglesia.
Homilía de mal piloto: el Predicador no sabe despegar ni aterrizar, y da vueltas y más vueltas sin finalizar. “Y ya, para terminar…”, y vuelve a subir a las nubes… “y ya, para terminar…”, y vuelve a subir. ¡Termine y punto, por favor!

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