jueves, 4 de junio de 2015

¿Quién es la persona triunfadora?

¡Cuidado con las vanas euforias!

Generaciones deportivas

María Teresa Edmé González Maciel

Muchas veces creemos que el único triunfador en la vida es aquél que obtiene éxito, fama, dinero, posesiones, estudios, un puesto importante en la empresa, relevancia en la familia, etcétera; el que ha logrado un status alto en la Sociedad, al que se le reconoce en los Medios de Comunicación… Y no cabe duda de que muchas de estas personas han conseguido triunfar con disciplina, esfuerzo, trabajo. Con todo, se vale hacer una pregunta: ¿estos triunfadores, a los ojos del mundo, logran deveras ser auténticos triunfadores?
En cambio, hay millones de exitosos que no poseen dinero, que no gozan de fama ni de posesiones ni un puesto importante ni superiores estudios, y que, por todo ello, a los ojos del común de los mortales aparecen como perdedores. Son así calificados por no dar resultados visibles en las áreas que el hombre considera como valiosas. Empero, resulta interesante y vale la pena ahondar un poco en la vida de estas discretas personas, acaso anónimas, que viven como auténticas triunfadoras a los ojos de Dios.

Otros tesoros y recompensas
Se trata de personas que recibieron la herencia de sus abuelos, de sus padres, ese tesoro, ese legado, esa estafeta de vivir y transmitir aquello que, a la mirada de Cristo, las convierte en triunfadoras. Son hombres y mujeres que viven los valores, y al vivirlos, los han convertido en virtudes al practicar, por ejemplo, la honestidad, la justicia, la prudencia, la fortaleza, lealtad, paciencia, comprensión, solidaridad, responsabilidad, perseverancia.
Un auténtico triunfador, nada tiene qué ver con los triunfos humanos. De ser así, diríamos que Jesús fue un “perdedor” para los de su época. Por lo mismo, incluso mucha gente no acaba de entender la vida de Jesús, del Hijo de Dios, del Creador del Universo, en quien están sustentadas todas las cosas, y quien, en cambio, no tenía dónde reclinar su cabeza. Un Dios que es Camino, Verdad, Vida, Libertad, y se le considera que “ha perdido la razón”; un Dios que todo lo puede y se entrega libremente a la muerte por Amor; que se queda como alimento, en la fragilidad de un pan, para todos los que tengan hambre.

Senderos perfumados
No es fácil entender que hay que morir para vivir; que al morir al egoísmo se vive la generosidad; que al morir al individualismo se vive la solidaridad; que al morir a la ambición por acumular más, se vive la justicia; que al morir al deseo de hacer lo que venga en gana, se vive el respeto; que al morir al orgullo, se vive la humildad.
El triunfador es una persona madura; es el líder auténtico por excelencia; aquél que, con su conducta, más que con su discurso, invita a otros a seguir sus huellas; aquél que es capaz de transformar su entorno, familia, trabajo, Sociedad.
Cuando este triunfador pasa a nuestro lado, va dejando un aroma, un perfume, un sabor de gratitud en los corazones que son comprendidos, consolados, perdonados, ayudados en sus necesidades, confortados en sus penas, incluidos a pesar de sus condiciones adversas.
Estos triunfadores van mostrando algo del Rostro de Cristo, porque han conseguido parecerse un poco a Él, y descubrirlo oculto en cada hermano.
…Quién sabe si, como San Pablo, al término de nuestra existencia podremos afirmar que hemos peleado el buen combate, concluido la carrera y merecido la Corona de la Gloria. ¡Eso sí será el verdadero Triunfo!

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