jueves, 4 de junio de 2015

Ley razonable, Ley aplicable

Cuestión de lógica

protestas

José Antonio Quirós Pérez,
2º de Teología

Actualmente se ha desvirtuado bastante el significado de Ley, debido al uso desmedido y erróneo que se le ha dado en nuestra Sociedad, tal y como ha pasado con otros tantos conceptos: amor, verdad, familia, persona, derechos, religiosidad, riqueza, sólo por mencionar algunos.
Viendo la necesidad de comenzar con una buena definición para dar posteriormente una adecuada explicación respecto al concepto de Ley, Santo Tomás de Aquino, de una manera magistral, la define así: La Ley es un ordenamiento de la razón, dirigida al bien común por quien tiene a su cargo la Comunidad. De lo anterior se desprende que, si brota de un capricho, por ningún motivo puede dársele el nombre de Ley a lo establecido y, como consecuencia, no obliga cumplir tal dictamen. O es Ley o no es Ley. Así de sencillo.

Contra el sentido común
Consideradas tales bases sólidas, esta argumentación nos lleva a la siguiente afirmación: si la Ley es razonable, se sigue que sea aplicable. Y a la inversa: si hay una Ley aplicable es porque, sin duda, ésta es razonable. Aunque, aparentemente, la teoría es bastante lógica, desgraciadamente, en la práctica, no siempre sucede así. Cada vez y con mayor notoriedad, la modalidad de querer legislar por quien dice tener a cargo una Comunidad, se ha convertido en un insulto completamente absurdo contra los principios morales.
El auténtico Legislador debe poseer autoridad, la cual no es sino el derecho que adquiere para saber mandar y ordenar a los demás de una manera competente. Sin embargo, muchos confunden autoridad con poderío; es decir, la fuerza de ordenar y obligar despóticamente para ser obedecido. Nicolás Maquiavelo, en su obra “El Príncipe”, señala que éste debe ser temido más que amado, pues, de lo contrario, no podrá mandar y no se le obedecerá. ¿Realmente tendrá razón Maquiavelo?
Transponiendo el sujeto del “Príncipe” al de un Legislador, la experiencia humana indudablemente nos defrauda al constatar la realidad en la que nos encontramos en muchos países: un bagaje de Leyes netamente injustas e innecesarias, que provocan el resquebrajamiento de cada una de ellas. O, parafraseando una expresión popular que indica dicho sentido: “Las Leyes se hicieron para romperlas”. ¿Será éste, acaso, el único y trágico desenlace que, como hombres, nos queda por asumir?

Guía infalible
Jesús dijo: “No he venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud”. Y, más adelante, San Pablo nos dirá: “La Caridad es la Ley en su plenitud”. Por ende, Ley y Amor se identifican. De ahí que el Señor le dijera al hombre rico: “Si quieres ser perfecto, cumple los Mandamientos”. Es así que, ahora, yo te pregunto: ¿Quieres ser perfecto? Ama, y así habrás cumplido la Ley en su totalidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario