jueves, 4 de junio de 2015

Taller para Vicarios Episcopales y Decanos

Semana de trabajo

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Pbro. J. Marcos Castellón Pérez
Vicaría de Pastoral

Con un buen sabor de boca, terminamos la Semana de Estudio-Taller para los Vicarios Episcopales y Decanos, del 25 al 29 de mayo, en la que tuvimos la oportunidad de hacer un ejercicio personal introspectivo y participativo sobre nuestra acción pastoral, en Casa Nazareth, en el Rancho de Los Olivos.
Comenzamos la Semana de Trabajo con una tarde de oración. Reflexionamos delante de Jesús Sacramentado en la importancia de la “percepción”. Nosotros, los seres humanos, gozamos del sentido de la vista, y gracias a él podemos “mirar” la realidad y, ayudados de un sentido interno superior, que llamamos conciencia, podemos “mirar-la” con ojos críticos y “mirar-nos” a nosotros mismos y nuestra acción pastoral con responsabilidad.

Con ojos escrutadores
El Presbítero, que tiene la mirada de Cristo el Buen Pastor, no es ajeno a la realidad, pues no está inserto en ella de forma pasiva, sino que es agente constructor de ella. No solamente mira lo que pasa alrededor de él, sino que se mira a sí mismo en la realidad, a la que está llamado a transformar en Reino de Dios.
Igualmente, contemplamos la mirada liberadora del Dios de la Historia, que percibe la esclavitud de su pueblo y envía a Moisés para ser guía del Pueblo de Israel. En el texto Ex 3,7-8 podemos fundamentar bíblicamente el método teológico pastoral: Ver–Juzgar–Actuar.
Se experimenta una gran exigencia de mirar con los ojos de Dios y dejarse tocar el corazón por los lamentos de tantos hermanos nuestros que sufren ahora un sinfín de esclavitudes. Como Moisés, también nosotros, Vicarios Episcopales y Decanos, tenemos que descalzarnos ante la realidad en la que Dios se nos revela y nos pide una respuesta valiente y oportuna.

Una práctica productiva
Del martes 26 al viernes 29 realizamos una serie de ejercicios, podemos decir espirituales, pues nos llegaron hasta la médula más profunda de nuestro ser y nos han puesto en camino de conversión personal y pastoral. Nos valimos, para ello, de los instrumentos elaborados por el Padre Jesús Andrés Vela, Sacerdote Jesuita, para la etapa perceptiva de la Metodología Pastoral Participativa. El objetivo de este Taller fue: vivir la experiencia de esta primera etapa para poder ser animadores de esta metodología pastoral en las instancias eclesiales en las que nos toca servir.
El trabajo estuvo animado por un espíritu de atenta escucha, de oración y reflexión, de manifiesta fraternidad, y fue hilvanándose en dos momentos fundamentales: el trabajo personal y el compartir en pequeños grupos. Después de brevísimas indicaciones, nos retirábamos en silencio para introducirnos a nuestro mundo interior, que da sustento a nuestra acción pastoral, para luego compartir en confianza fraterna con los hermanos Presbíteros del Equipo, que nos enriquecían con sus reflejos para poder llegar a asumir personalmente las inferencias; es decir, la síntesis concienzuda de lo que Dios nos pide en este momento como Pastores.
La primera etapa de esta metodología contempla dos grandes momentos: la investigación de datos y el análisis de éstos para llegar a tener claridad en el problema-núcleo de nuestra acción pastoral. El primer momento, el más extenso en tiempo, pretendió hacernos conscientes de nuestra acción pastoral (el texto), en su contexto y en su pretexto.
Y es que en nuestra acción pastoral nos reflejamos y manifestamos el mundo vital que nos pertenece. Por ello, podemos en ella leernos, entendernos; pero también es importante ser conscientes del contexto, de las necesidades de nuestros interlocutores de nuestra acción pastoral, lo que la posibilita y lo que la entorpece, nuestras grandes oportunidades, como también nuestros grandes obstáculos.
El pretexto es toda la gama de ideas preconcebidas; esto es, de datos que hemos aprendido, casi siempre de forma inconsciente, sobre Dios, la Iglesia, la Sociedad, el ser humano, etc. Muchas de estas ideas preconcebidas obstaculizan nuestra Pastoral, como otras pueden impulsarla, porque suponen el gran imaginario e ideario personal que nos mueve a la acción.

Hacia lo que sigue
De los datos arrojados por medio de las fichas de trabajo, tuvimos el ejercicio de analizar cuál es el problema nuclear de nuestra acción pastoral, cuál su causa y cuál su efecto. Ahora nos toca a nosotros, en el campo de batalla, ir construyendo las respuestas pertinentes para hacer más eficaz y eficiente nuestra labor pastoral.
Cabe subrayar que la fraternidad sacerdotal fue el buen olor que contrarrestó los ya conocidos olores de la Casa Nazareth. Es de notar un comentario recurrente: “¡Ojalá pudiéramos lograr esta confianza y alegre convivencia con todos los Padres de nuestros Decanatos!” Estamos seguros de que, en la medida que nos involucremos en esta metodología, podremos ir logrando cada vez más la fraternidad sacerdotal y, junto con ella, una vivencia de verdadera comunión eclesial, junto con los Laicos y Religiosos/as de nuestra Arquidiócesis.

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