jueves, 4 de junio de 2015

La custodia del gran jardín terrestre

Para reencontrar el real dominio sobre la Creación

JPII creacion

Pbro. Carlos Javier Díaz Vega
Roma, Italia

A últimas fechas, ha comenzado a hablarse mucho de la “Encíclica verde del Papa Francisco”, que estaría ya próxima a salir a la luz. Tal parece que algunas personas consideraran que nunca antes la Iglesia se habría preocupado por el medio ambiente o el tema ecológico; pero quien piense así está muy equivocado, pues ya desde los primeros Capítulos del Génesis, Primer Libro de la Biblia, se afirma que Dios da al hombre la tarea de cultivar la tierra y de custodiar la Creación. Y de aquí ha surgido una enorme gama de estudios y profundizaciones teológicas que tienen como base precisamente estos argumentos.
Por otra parte, muchos dan a entender que el Papa Francisco sería el primer Pontífice en ocuparse deveras del tema, como si ningún otro Santo Padre lo hubiera hecho antes… ¡Otro error! Detengámonos un poco, al menos por el momento, en parte del legado del Papa Juan Pablo II, ahora Santo, y en otra ocasión podría ahondarse también en la enseñanza que al respecto dejó el Papa Benedicto XVI.

La persona y su comportamiento
Su Santidad Juan Pablo II aborda el tema ecología/medio ambiente teniendo siempre un eje doble: la centralidad de la persona humana, y leer la cuestión ambiental en clave ética; es decir, el hombre y su comportamiento. Algunos de sus Documentos que abordan el tema son: Familiaris consortio; Sollicitudo rei socialis; Centesimus Annus; Evangelium Vitae. Además, las breves alocuciones relacionadas al tema son abundantes.
Precisamente el Capítulo IV de la Encíclica Centesimus Annus (1991) trata los temas de la propiedad privada y el destino universal de los bienes, y ahí el Sucesor de San Pedro muestra su preocupación por el consumismo y la cuestión ecológica, pues el deseo de tener y de gozar consumen de manera excesiva y desordenada los recursos de la Tierra y la vida del hombre. Algunas personas creen que pueden disponer arbitrariamente de la Creación, olvidando que ella tiene tanto una fisonomía propia como un destino anterior dados por Dios, a los que el hombre no puede desatender. Si el hombre quisiera suplantar a Dios, provocaría la rebelión de la Naturaleza, afirma el Papa.
Y, en la misma Encíclica, Juan Pablo II examina una paradoja: hay quienes se preocupan de preservar los “habitat” naturales de las diversas especies animales en peligro de extinción, pero se esfuerzan muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”. Para el caso, recuerda que la primera estructura fundamental a favor de esta “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la Verdad y el Bien; hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida, concluye el Sumo Pontífice.
Igualmente, nos recomienda no dejar de tomar en cuenta que el hombre es, para sí mismo, un don de Dios. El Patriarca de la Iglesia Universal alude, incluso, a una moderna urbanización que frecuentemente olvida dar atención a una “ecología social”, y habla fuerte cuando afirma que es deber del Estado proveer la defensa y tutela de los bienes colectivos; es decir, el grave deber de custodiar tanto el ambiente natural como el ambiente humano, cuya salvaguarda no puede estar asegurada por los simples mecanismos de mercado.

“Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la Tierra y sometedla”
En otra de sus Encíclicas, Evangelium Vitae (1995), el Papa Juan Pablo II se hace y nos hace una pregunta y una reflexión. La pregunta: ¿Pensamos alguna vez en la siembra de muerte que se realiza con el temerario desajuste de los equilibrios ecológicos? La reflexión: se considera algo positivo la atención a la calidad de vida y a la ecología, en las que las expectativas de las personas no se centran tanto en los problemas de la supervivencia, cuanto más bien en la búsqueda de una mejora global de las condiciones de vida. Conviene dejar al examen personal esta pregunta y la reflexión.
Al final del Segundo Capítulo de este Documento, el Vicario de Cristo repasa algunos conceptos de Teología Bíblica y se basa en el texto de Génesis 1,28. Ahí profundiza en las responsabilidades del hombre ante la vida. Defender, promover, respetar y amar la vida es la tarea que Dios ha confiado a los hombres. en esto consiste el dominio que tiene sobre la Tierra y sobre cada ser vivo. Dios Misericordioso da al hombre una amplia y profunda soberanía sobre la Creación. El hombre tiene, pues, una responsabilidad específica sobre el ambiente de la vida. La Biblia enseña que el medio ambiente debe ser tratado con respeto, pues la vida es el gran Bien. El dominio no consiste en poder usar y abusar a capricho, pues recordemos que estamos sometidos a las leyes biológicas y morales que debemos respetar, porque bien sabemos que su transgresión no queda impune.

Ecoturismo
Por último, pudiera parecer incluso curioso que en 2002 el Papa Juan Pablo II dirigiera un Mensaje en el que trató el tema del Ecoturismo. Hace más de 12 años, en los albores de este nuevo siglo, advertía ya una emergencia ecológica, en la que el turismo salvaje, junto a intereses de particulares y la búsqueda egoísta del propio bienestar, contribuyen a que no sea respetado el medio ambiente. Exhorta, por tanto, a recuperar la dimensión espiritual de la relación con la Creación: la ecología interior favorece la ecología exterior, y él alienta a que prevalezca la cultura de la vida y se derrote, así, a la cultura de la muerte.
Asimismo, es tajante al afirmar que el medio ambiente es la casa de todos, y los bienes naturales están destinados a las generaciones actuales y a las futuras. En esta línea, pues, el recordado Pontífice pide fomentar formas de turismo más respetuosas del medio ambiente. Al final de este Mensaje, exhorta a los cristianos a que aprovechemos el turismo como ocasión de contemplación y de encuentro con Dios, Creador y Padre de todos…
El que esto hace, es incapaz de dañar la Creación.

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