jueves, 18 de junio de 2015

Un trabajo conjunto para esta Zona Pastoral

Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara

Palabras de bienvenida.
Asamblea Pastoral de la Provincia
Eclesiástica de Guadalajara
(1ª parte)

“Y yo a ti te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la Tierra quedará atado en los Cielos, y lo que desates en la Tierra quedará desatado en los Cielos” (Mt 16, 18-19).
¡Qué contundencia! ¡Qué reto! ¡Qué desafío tan categórico el que Jesucristo echó encima de los hombros de Simón, delegándole nada menos que una potestad que Él recibió de su Padre, el Creador Eterno! El título con el que transmuta el nombre original del pescador de Galilea, le pertenece a Jesús: es Él la piedra principal despreciada por los constructores (Mt 21-42).
La decisión de transmutarlo en favor de quien, en lo sucesivo, se llamará Pedro, para que llegue a ser fundamento de la Fe Evangélica, encierra un reto desmesurado. ¿Alguien mejor que Jesús conocía los alcances y límites de un hombre tan arrebatado como impulsivo, tan intenso como medroso? Y si lo sabía, ¿por qué darle tamaña atribución? Él mismo lo explica: por haber sido el primero en confesar su Fe en “Cristo, Hijo de Dios Vivo” (Mt 16. 16), y esto, por revelación directa del Padre Celestial.
Ahora bien, para ser ratificado en su oficio, Pedro sufrirá, al filo mismo del Triduo Pascual, el bochorno de su defección y las lágrimas derramadas efusivamente luego de eso. Y quien tres veces negó a su Maestro, otras tantas deberá manifestar en voz alta su adhesión inquebrantable en el Resucitado, de modo que, una vez convertido, apacentar a las ovejas y confirmar en la Fe a los hermanos sea el signo de la presencia del Espíritu Santo en medio de la Iglesia (Cfr. Lc 22, 23).
Tal fue -y sigue siendo- la cualidad esencial del ministerio petrino, una de cuyas manifestaciones concretas es la organización colegial de Iglesias particulares en Provincias Eclesiásticas, cuya cabeza, el Arzobispo Metropolitano, tiene como tarea, a decir del Papa Francisco, precisamente “confirmar” en la Fe, en el Amor y en la Unidad el “camino de la sinodalidad”, procurando la comunión que, las más de las veces, consiste en “unirse en las diferencias”.
“El palio arzobispal -recuerda el Santo Padre a los que no hace mucho lo recibieron de sus manos-, siendo signo de la comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia Universal, con el Sínodo de los Obispos, supone también para cada uno de vosotros el compromiso de ser instrumentos de comunión” (Homilía en la Capilla papal en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, de 2013).
Él mismo previno a los Arzobispos de evitar refugios distintos a la sola confianza en Dios, trátese de la cercanía con “los que tienen Poder en este mundo”, o de esa especie de “orgullo que busca gratificaciones y reconocimientos” (Homilía en la Capilla papal en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, de 2014).
Con humildad y confianza, cosechando los frutos de un Año Jubilar por el Aniversario 150 del Nacimiento de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara, mis hermanos Obispos de Colima, Tepic, Aguascalientes, Autlán, San Juan de los Lagos y Ciudad Guzmán, el Prelado de Jesús María del Nayar, y yo, acogimos la propuesta que derivó en esta Primera Asamblea Pastoral Provincial.
Queremos reanimar con ella un Proceso de Evangelización y Conversión que nos permita en lo sucesivo articular esfuerzos y acordar compromisos comunes.

Mientras tanto, yo les bendigo en el Nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

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