jueves, 11 de junio de 2015

Nadie es indispensable, sólo Jesucristo

El Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, encabezó la Celebración del Corpus Christi en la Explanada del Templo Expiatorio.

Yara Martínez González

“En la vida cristiana de la Iglesia y en la Comunidad de los creyentes nadie es indispensable, sólo Jesucristo. Él es el Centro, la Verdad, la Vida, y el Fundamento de nuestra Fe”, remarcó el Arzobispo Metropolitano durante su Homilía, dictada en el marco de la Celebración Litúrgica del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Ante más de cinco mil personas, congregadas en la Explanada del Templo Expiatorio Eucarístico Diocesano el sábado 6 de junio, el purpurado destacó que la Fe que profesamos, especialmente en el Día del Corpus, tiene su cimiento en la entrega que hizo Nuestro Señor Jesucristo, de su Cuerpo y de su Sangre, para la Salvación de los hombres.
“Nosotros no podemos salvarnos solos; cada uno no puede alcanzar por sí la Salvación ni todos juntos por nosotros; la Salvación nos viene de Dios, que nos regaló a Jesucristo a través del derramamiento de su Sangre. Esto es lo único que puede salvarnos: la Muerte de Jesucristo Nuestro Señor. Por eso, cada vez que nosotros celebramos el Misterio de la Muerte del Señor y celebramos la Eucaristía, recibimos el beneficio de la Salvación, del perdón de nuestros pecados y de la purificación de nuestra conciencia para ser, de verdad, gratos a Dios”.
El Pastor Diocesano reconoció la importancia que una manifestación pública, como lo es el Corpus Christi, reviste para los cristianos. Además, advirtió que en la actualidad los problemas que tiene nuestro país dividen las propuestas de solución que pudiera aportar la Sociedad, al grado de no experimentar una fuerza social que pueda mover a los ciudadanos hacia una dirección adecuada y con un objetivo correcto.
“Si nuestra Fe en Jesucristo es auténtica, nos llevará más allá de los límites de nuestra Fe y de nuestra Iglesia a trabajar y a buscar la unidad por el Bien de la Sociedad, por el Bien de la Comunidad, y de todos, especialmente de aquellos que menos oportunidades han tenido, y por todos aquellos que viven al margen de las posibilidades de un auténtico desarrollo y de un verdadero progreso. Hace bien a nosotros, discípulos y discípulas de Cristo, al menos una vez aquí, multitudinariamente, fijar nuestra mirada en Quien está nuestra vida y Salvación, Jesucristo Nuestro Señor, y en Quien está nuestra unidad”.
Después de oficiar la Misa en la Explanada del Templo Expiatorio, el Cardenal José Francisco Robles partió en Procesión rumbo a la Plaza de Armas, y a un costado del Sagrario Metropolitano y de la Catedral, dio la Bendición con el Santísimo. El recorrido comprendió la Avenida Enrique Díaz de León, la Calle López Cotilla y la Avenida 16 de Septiembre.

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