jueves, 18 de diciembre de 2014

Paz y felicidad se gestan en el corazón

Cardenal José Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Guadalajara


Amigos, amigas


Quiero iniciar este saludo navideño dándoles una noticia que es poco apreciada, vista y comentada, ya que no es una mala noticia, pero sí la más grande y buena que ha recibido la Humanidad: ¡les anuncio una gran alegría; hoy les ha nacido un Salvador, Dios hecho hombre!

¡Qué triste, amigas y amigos, que esta magnífica noticia, la más grande de todas, no conmueva ni atraiga a la mayoría!

Y es que lo que casi toda la gente escucha, o a lo que le gusta poner atención, es a las malas noticias, a las tragedias, catástrofes, muertes, amenazas y otros hechos violentos.

Hay una inclinación del ánimo de los seres humanos a este tipo de información; pero, ¡qué curioso!, precisamente en este contexto en el que la mayor parte de nuestros hermanos y hermanas de México gustan, disfrutan y difunden por las Redes las malas noticias, cuán oportuno resulta conocer la Buena Nueva de que en Jesús nos ha nacido un Salvador. Y es que nada ni nadie podrá salvarnos de situaciones tan delicadas y graves como las que estamos viviendo en nuestro país, si no volvemos a Dios.

El hecho de haber puesto fuera de nuestra vida, de nuestros criterios y de nuestra manera de pensar, a Dios hecho hombre, es lo que ha producido esta situación de confusión, crisis y ambiente negativo que estamos padeciendo.

Por eso, yo quiero desearles en esta Navidad, en primer lugar a cada uno de ustedes y a sus familias, que la magnífica noticia del Nacimiento del Salvador se posicione de su mente, de su corazón, del seno de su familia, y también que impregne el seno de la empresa en la que ustedes laboran, para que irradie toda la luz de humanismo, de fraternidad, de entendimiento, de reconciliación y de paz, que hoy como nunca, necesitamos.

Los exhorto fraternalmente a que le den acogida a Jesús, para que se dé la transformación que urgentemente requerimos en nuestra Nación.

Les deseo muchas felicidades en esta Navidad, y les aseguro que mis mejores deseos y mi oración al Señor irán por cada uno de ustedes, por sus familiares, así como por el centro de trabajo en el que desempeñan sus labores, esperando que en todos los ámbitos, individuales y colectivos, el Señor nazca realmente ahora y siempre.


Yo les bendigo en el nombre del Padre,

y del Hijo y del Espíritu Santo.


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