La grata influencia mariana
Pbro. Germán Orozco Mora
Mexicali, B.C.
Se programó que para este sábado 6 de diciembre, el Obispo Kicananz, de Tucson, estaría una vez más acompañando a los campesinos del Condado de Yuma, Arizona, celebrando la Misa por ellos y bendiciéndolos en los campos, su lugar de trabajo.
La importancia del lugar
En el agro de Yuma se produce el 90 por ciento de la lechuga que se consume en Estados Unidos. Se ha iniciado otra temporada, y el Pastor ha ido en busca de sus ovejas para bendecirlas y acompañarlas. Es admirado el interés del Obispo de Arizona por acercarse a los trabajadores del campo que laboran dentro de su jurisdicción episcopal.
Yuma es la tierra que vio nacer al carismático líder social César Chávez Estrada, cuyo último boicot en favor de la salud y la vida de los trabajadores del campo, hacia 1988, lo dejo débil del cuerpo, pero lleno de alegría, al anotarse nuevos triunfos contra la inhumana fumigación de los productos del campo, que los empresarios agrícolas realizaban incluso en momentos en que los recolectores o trabajadores se encontraban laborando en él.
Muchas personas sencillas que trabajaron ahí, nunca supieron que sus fibrosis pulmonares y otros malestares fueron ocasionados por los voraces y nefastos patrones que los rociaban con pesticidas. Hoy, esos productos químicos han sido prohibidos en Arizona y California, pero remitidos a países de Centroamérica, como Honduras, donde siguen usándose.
No hay que dejar de dar gracias a Dios por el liderazgo de personas como Chávez, Dolores Huerta, y muchos otros líderes que murieron por la Causa Campesina, y que fueron convocados a la lucha por Chávez, en Delano, hacia 1962, cuando nació la Unión. Ellos miraban cómo los braceros ganaban dos dólares por hora, y además tenían que pagar por el agua que bebían mientras trabajaban. Aquello pasó a la historia gracias a Chávez y la Unión. Hoy, los jornaleros perciben hasta diez dólares por hora, cuentan con seguridad social y otros beneficios de un trabajo digno y justamente remunerado.
El estandarte de la lucha
No deja de ser admirable que César Chávez iniciara su Movimiento en favor de la dignidad de los operarios del campo en California y Arizona, precisamente en el Templo Guadalupano del poblado de Delano, cerca de Bakersfield, donde los sembradíos de jitomate, lechuga y viñedos recuerdan la entrega de este Movimiento, inspirado y amparado bajo la protección de la Virgen de Guadalupe.
Si no era precisamente un Movimiento social católico, sí era de inspiración guadalupana. Incluso hay testimonios en recién publicados libros, como una Memoria de Chávez, en los que éste aparece durante su visita a Roma para reunirse con el Papa Paulo VI; o en otro volumen titulado “El Evangelio de César Chávez”, en el que se le ve arengando a sus seguidores frente a una enorme imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Cuando el FBI, arbitrariamente, quería detener a Chávez en su cuartel cerca de Delano, California, bajo el pretexto de que era un agitador y que su Movimiento estaba infiltrado por comunistas, pacientemente contestaba que eso no era posible, pues él era católico y no podía ser comunista a la vez. Lo que no desarmaba a los sabuesos federales, pero sí desmarcaba a Chávez de cualquier relación con esa doctrina.
Seguramente la visita del Obispo de Tucson a los labriegos habrá de reivindicar los beneficios de la propuesta del Presidente Obama en favor de cinco millones de ilegales que trabajan en Estados Unidos, muchos de ellos involucrados en esta región agrícola de Yuma, regada por el generoso Río Colorado.
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