lunes, 29 de diciembre de 2014

EDITORIAL

Al cerrar un año difícil, renace la Esperanza


En este año que se va, se aprobaron iniciativas a reformas y propuestas para enderezar la proa del país; mas, en unos pocos días, esos supuestos arreglos se convirtieron en otro dislate, o por lo menos en una imprudencia más que vino a exacerbar los males. En algunos aspectos, parece que el abismo se hizo más profundo, pues de un lado no se tocaron los privilegios y beneficios enormes para la clase gobernante, la heredera de la Revolución; y de otro, también se mantuvo incólume la afrenta insultante a la miseria de más de la mitad de más de cien millones de mexicanos.

Particularmente estos últimos meses del año han sido testigos del dolor que genera la violencia, como también de la corrupción premiada con contratos y prebendas, a todo lo cual se ha añadido la debacle económica, debida tanto a circunstancias externas como a la magia del engaño para embolsarse dineros del erario público sin dejar huella alguna. ¿Cómo pueden los miembros de un Gobierno y los integrantes de Partidos sanguijuelas de nuestros impuestos, hablar de justicia y dignidad a través de acicalados discursos, huecos y fatuos, cuando al mismo tiempo defraudan y enredan la confianza de las mayorías, ayunas de educación y de salarios dignos?

La dignidad implica volver la página para construir otras historias. La tarea de exhibir corruptelas envenena cualquier camino de reconciliación. Faltan iniciativas de reconstrucción. Para ello, tendremos herramientas, como por ejemplo exigir, con el voto libertario y la capacidad creativa de cientos de organizaciones no-gubernamentales, el advenimiento de mejores tiempos y el castigo de esos parásitos que lucran con el Poder.

Hoy, más que nunca, urgen guías de pensamiento libre, de convicciones profundas, comprometidos con la verdad, el humanismo y una serie de valores tales como la dignidad, la congruencia y la honestidad, que en las culturas ancestrales fueron la columna vertebral de cada familia; esa Institución que, en muchos casos, merced a las prédicas del post-modernismo y la liberalidad absoluta, ahora han marcado su comportamiento según el gusto o la moda, y todo aquello que provoca placer al margen de la moralidad.

Es cierto, este mundo no es perfecto y siempre habrá contradicciones y desaveniencias, pero el cierre de un año tan difícil puede ser también un puerto de esperanza y reflexión, y pese a los obstáculos habrá que luchar con mayor denuedo por hacer renacer en muchos frentes el respeto y ayuda a cada persona.

Por otra parte, octubre fue el mes en que, desde el centro de la catolicidad, como una antena parabólica, el mundo pudo expresar y difundir el profundo sentir respecto a los retos, las flaquezas, veleidades y riquezas en las difíciles circunstancias de hoy, tocantes a la vida familiar. Se celebró un Sínodo que quiso y logró establecer una radiografía íntima, espiritual, de esa célula social en nuestros días; se buscaron las coordenadas más sensibles del dolor humano, sobre todo ésas que proceden de las periferias marginales, y se pudo examinar las causas de los extravíos que suelen generarse en el corazón mismo del hogar.

Como la gran familia del Señor, la Iglesia misma tiene también que auscultarse; sacudir inercias. Hay veleidades preocupantes y diagnósticos inquietos, que presumen la discordia y hasta la infidelidad. Hay dolor que se expresa en una amplia gama de matices, pero que tiene que ir encontrando los remedios no muy lejos, pues están ahí, en la misma Palabra del Señor. Ésta es la herramienta más fiable en la Nueva Evangelización; ahí se encuentra la más firme y certera Esperanza para este inminente 2015.


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