jueves, 18 de diciembre de 2014

El “gran Adviento” de los Seminaristas

Desde otra óptica


José de Jesús Ávila Chávez, 3º de Teología


Después de varios años de ser Seminarista, y experimentando el llamado de Dios hacia el Sacerdocio, muchas veces he pensado que el camino de formación en el Seminario es como un prolongado Adviento. Y es que llegar a ser Sacerdote requiere de una profunda preparación. No es algo improvisado o algo que se dé en automático, sino resultado, primero, del llamado de Dios; y segundo, de la respuesta que los que hemos sido llamados damos a lo largo de un largo proceso de formación en el Seminario.


La paciente maduración
Diácono predicador EPADios mismo, para manifestar su Salvación a todos los hombres, eligió un pueblo. Lo fue preparando pacientemente y, cuando llegó la Plenitud de los Tiempos, envió a su Hijo para que naciera en la Historia. Podemos decir que el Adviento de la Humanidad entera que esperaba un Salvador duró muchos siglos. Además, Jesús pasó previamente 30 años en su casa paterna, creciendo en edad, Sabiduría y Gracia, antes de iniciar su misión pública. De este modo, Jesucristo fue modelándose cuidadosamente hasta que llegara su hora (Jn 2, 4).

¿Cuánto dura el Adviento de una comunidad para ver al Seminarista ordenado Sacerdote al servicio de sus hermanos? ¿Cuánto ha de durar el Adviento de un Seminarista para comenzar su anhelada vida de ser “otro Cristo”? Pues dura lo indispensable para obtener una preparación adecuada, para poder llevar una vida de Sacerdocio entregada, piadosa, virtuosa y generosa, como la de su único y mejor Modelo. La formación de un Seminarista comprende 10 años en el Seminario Mayor, además de los que inicialmente pasa en el Seminario Menor: 1 año, si se ingresa después de terminar el Bachillerato; 3 años, si se realizan los estudios de Preparatoria dentro del Seminario, y 6 años, si entra a estudiar desde la Secundaria al Seminario.

¡Son muchos años!, dirán algunos, y es cierto; pero todo lo que vale la pena en la vida necesita de una preparación prolongada y suficiente. Son muchas las cuestiones que un joven ha de responder; numerosas las asignaturas que ha de asimilar, y bastante lo que debe madurar física, emocional y anímicamente, con tal de asemejarse cada vez más a Jesucristo, el Buen Pastor. Seguramente a muchos les será difícil entender cómo un joven puede “resistir” tantos años dentro del Seminario; pero, aun así, debe comprenderse que, al final de cuentas, tanto a los Seminaristas como a los Sacerdotes y a los fieles debe quedarles claro que un Pastor nunca estará totalmente formado, por más años que transcurran en su preparación. Son tantos los retos que exige una vocación de esta magnitud, que los años de formación parecen pocos. No obstante, el Sacerdote deberá enfrentar un día con valor y alegría la vida de servicio que le corresponde. De ahí que se requiera de una imprescindible formación permanente, que si bien ya no es de tiempo completo como dentro del Seminario, si es esencial que acompañe al ordenado Sacerdote a lo largo de toda su vida y ejercicio ministerial.

Con todo, un Adviento como el de Jesús, vivido intensa y alegremente, no parecerá largo, pues Él nos concede la Gracia, a todos los Seminaristas que respondemos a su llamado, de vivir el Adviento de nuestra vida en el Seminario como Él vivió su vida oculta en Nazareth: creciendo en edad, Sabiduría y Gracia (Lc 2, 52).


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