jueves, 18 de diciembre de 2014

El Papa festejó a la Virgen de Guadalupe

Reina de México y Patrona de América


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Pbro. Carlos Javier Díaz Vega

Roma, Italia


El Papa Francisco quiso venerar a la Santísima Virgen de Guadalupe presidiendo una Misa en su honor. Miles de personas abarrotaron la Basílica de San Pedro en El Vaticano, donde más de 750 Sacerdotes concelebraron con el Santo Padre. Éste es el amor del pueblo, del Papa y del Presbiterio hacia la Madre del Verdadero Dios por quien se vive, Santa María de Guadalupe.


Aprestos y expectación

La Misa comenzó a las 18 horas del viernes 12 de diciembre. Las filas para entrar a la Basílica eran impresionantes. De verdad, pocas veces se ha visto la Plaza de San Pedro con una fila tan extensa, con personas deseosas de ingresar a la Celebración Eucarística: “Mi esposa y yo estuvimos casi dos horas formados para poder entrar; menos mal que llegamos con mucho tiempo de anticipación”, comentó el señor Juan, venido desde Puebla.

Una hora antes de la Misa, revestidos para la Concelebración, cientos de Sacerdotes entraban a la Basílica, pues iniciaba el rezo del Rosario del Amor Guadalupano, que no considera 5 Misterios, sino 8 Estaciones, y no medita en pasajes de la vida de Cristo, como normalmente lo hacemos, sino en la vida sacramental de los discípulos de Jesús, siempre acompañados por la presencia cariñosa de la Virgen María; en cada Estación se invita a meditar en un Sacramento, y en la Octava Estación la reflexión se centra en la Iglesia, Sacramento Universal de Salvación.

Gran emoción sentían los fieles al escuchar, ya en el interior, los cantos marianos populares de Latinoamérica que acompañaban el rezo del Rosario, presidido por el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México. Al terminar el rezo, niños y adolescentes ingresaron portando las Banderas de los países del Continente Americano, honrando a Jesucristo Redentor y a su Santísima Madre, María de Guadalupe.


Idioma, sabor y estilo propios

Inició la Procesión de entrada de los Cardenales y Obispos que precedían al Sumo Pontífice; los ritos y los cantos de la Misa fueron en castellano. Durante la Lectura de la Palabra de Dios y la Homilía, en un ambiente donde reinaba la oración y la atención, se escuchaba el llanto de un bebé, en realidad algo poco característico en las Celebraciones del Santo Padre; pero, personalmente, me dio mucho gusto oír ese sollozo, pues confirmé, por enésima ocasión, que esa Misa era “latinoamericana”. Y es que los niños son el porvenir de nuestros países, el futuro de nuestra Fe, nuestra presente riqueza.

En la Homilía, el Papa Francisco agradeció a la Virgen de Guadalupe su visita y cercanía a América, y le pidió la Gracia de que el futuro del Continente sea forjado por los bienaventurados del Evangelio: los pobres, los que sufren, los que tienen hambre y sed de justicia, los compasivos, los de corazón limpio, los que trabajan por la paz, los perseguidos a causa del nombre de Cristo; en una palabra, los “descartados” que hoy relega el sistema idolátrico. Que sea María Santísima quien nos conduzca al encuentro de su Hijo Jesucristo. Y finalizó diciendo que si alguien tiene miedo, recuerde la voz de la Madrecita: “¿Por qué tienes miedo; acaso no estoy Yo aquí que soy tu Madre?” Después de la Bendición final se entonó el entrañable canto “La Guadalupana”. Su Santidad reverenció la imagen de la Virgen y le ofreció una rosa de plata.

Entre la multitud de personas que abandonaban la Basílica de San Pedro se escuchó a alguien decir: “Qué valiosa Homilía, que hermosos cantos, qué linda nuestra Virgencita”; palabras de una mujer con su niño en brazos…


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