Un árbol siempre en crecimiento y aún fructificando…
Dr. Heriberto Camacho Becerra
Milenario y con el peso de los años y las batallas de su caminar, es milagro y asombro que este árbol siga dando frutos. Enraizado, y en su abigarramiento obligado, ha sabido sortear los innumerables ataques externos de los que ha salido con la victoria, y también de los que ha emprendido por decisión propia. Ese árbol es la Iglesia, fundada por aquellos hombres pescadores y de oficios cotidianos, y que hoy continúa en nosotros, hombres de este Siglo XXI, que deseamos y luchamos por mantenerla siempre viva y vigorosa en esta incipiente centuria.
EL PARALELISMO DE LOS CAMINOS
Una de sus ramas admirables es, sin duda, el Seminario de Guadalajara, que está por cumplir 318 años de haber brotado. Miles de alumnos han pasado por sus aulas y han trascendido, ya como Ministros -objetivo primordial de los Seminarios- en su prédica y donación de los Sacramentos, o bien como ex alumnos que, habiendo cursado ahí sus estudios, en su mayoría, como hombres de bien, se han incorporado a la Sociedad y en ella han crecido en todos sus aspectos.
Muchos de los egresados de este Seminario han mantenido la sana costumbre de reunirse eventualmente, ya sea para una sana convivencia o para mantener atados los vínculos iniciados en sus tiempos estudiantiles.
Por ejemplo, la Generación 1959-1974 celebró, el mes pasado, su fiesta especial por el XL Aniversario de haberse ordenado como Sacerdotes varios de sus integrantes. Fue un grupo numeroso de inicio, pues todavía la Arquidiócesis de Guadalajara no había experimentado la necesaria fragmentación que se hizo en la década de los 70s. Quienes conformaron esa Generación fueron muchachos venidos de todas las regiones de Jalisco y del entonces Seminario Menor Central, que estuvo ubicado durante décadas del siglo pasado en la vetusta finca que había sido propiedad de los Religiosos Juaninos, entre las Calles de Belisario Domínguez, Jarauta e Industria, del popular Sector Libertad de la vieja Guadalajara. Mas, en 1963, aquel grupo original se vio reforzado por los alumnos que estudiaban en los Seminarios Auxiliares de Ciudad Guzmán, San Juan de los Lagos y Totatiche.
El entonces Arzobispo de Guadalajara, primer Cardenal mexicano y uno de los más solícitos y previsores Pastores que esta Diócesis ha tenido, don José Garibi Rivera, había ya dotado, en la década de los 50s, al Seminario Mayor, del espacioso, funcional y agradable edificio situado en la actual Colonia Chapalita, en aquel tiempo en los suburbios de la ciudad.
TESTIGOS AGRADECIDOS
Las condiciones de la Arquidiócesis eran las propicias para lograr estas necesarias construcciones, y fue por ello que también el Seminario Menor pudo tener nuevas y modernas instalaciones a finales de l964, cuando los primeros Grupos vinieron a darle vida y calor a los recién terminados edificios en el espacioso terreno ubicado en las afueras de Guadalajara (Fraccionamiento Prados Vallarta), donde actualmente se levanta, y que en este año 2014, estará cumpliendo sus primeros cincuenta años de apertura.
A esa magnífica casa llegó, en agosto de 1964, esta Generación 1959-1974, en las vísperas de las anheladas Vacaciones de Comunidad; y tras de disfrutarlas, pudo dar inicio al primer Curso Lectivo 1964-1965.
Y, por cierto, fue dicho lugar el escogido por esta Generación para celebración tan especial, misma que se fue preparando cuidadosamente, y a la que se dieron cita 12 de los Sacerdotes que lograron ordenarse de aquel Grupo, entre ellos el Obispo Benjamín Castillo Plascencia, Pastor de la Diócesis de Celaya, Guanajuato, así como numerosos alumnos seglares, quienes convivieron y compartieron posteriormente el pan y la sal en un conocido centro social.
Alegre, animada y nostálgica fue la reunión de la Generación 1959-1974 egresada del Seminario de Guadalajara. ¡Salud!
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