Ya sea por fallecimiento, separación de la pareja o abandono, la carencia de la figura paterna tiene repercusiones en el desarrollo emocional y cognoscitivo de los niños, afirman Especialistas.
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
La Investigadora Sueca Anna Sarkadi publicó, luego de 20 años de indagaciones, que “los niños reciben beneficios si cuentan con una figura paterna que les dé atención activa y regular”.
La falta del padre se refiere no sólo a una separación o abandono físico; también a una ausencia emocional y de afecto en la que no hay una figura amorosa y competente que sirva de guía y apoyo para el pequeño.
Y es que no basta compartir el mismo techo, pues el no interactuar con los hijos y cumplir con sus demandas afectivas y psicológicas puede llegar a afectar a los niños tanto como el no estar físicamente, ya que no encuentra en su padre un apoyo y un modelo de identidad, sino que se acostumbra a una figura ajena y alejada que le genera inseguridad.
Nefastas consecuencias
Aunque no sea la causa exclusiva, existe una estrecha relación entre la ausencia del padre y el bajo rendimiento escolar, las tendencias delictivas, las adicciones, los trastornos alimenticios, los embarazos precoces o la fugas del hogar. Esto no significa que siempre ocurra, pero los niños sin padre tienen mayores riegos de desencadenar problemas emocionales.
“Todo niño es 50% papá y 50% mamá. Cuando falta una parte se genera un vacío. Quien crece con esa ausencia se siente menos seguro, más desconfiado, temeroso, e incluso culpable del aislamiento de su progenitor, y eso es lo que dispone un escenario de mayores posibilidades para ceder ante comportamientos no deseados socialmente”, explicó la Psicóloga María Dolores Paoli.
El papel de mamá en la relación padre e hijo
“Dejar que papá actúe y participe en las cosas del pequeño, es importante. Ser sobreprotectora, gran proveedora y hacedora, le quita actividad a papá, quien se convierte en un personaje pasivo, poco involucrado emocionalmente con el niño.
“Muchas veces se ve, en las separaciones de pareja, que las madres hablan mal del padre, y ese niño, genéticamente, tiene mala información de papá. Entonces, cada vez que mamá critica o descalifica a papá, está haciendo lo mismo con el pequeño, lo que degenera en una baja autoestima”, apuntó la Psicóloga Dolores Paoli.
Por su parte, el Psicopedagogo y Orientador Familiar Jhonatan Bobadilla comentó que son muchos los estudios que afirman que los menores con padres activos que participan en su desarrollo tienden a ser más competentes, tanto en lo social como en lo cognoscitivo, y desde el ámbito psicológico tienen mejores herramientas para adaptarse con eficiencia a diversos escenarios o circunstancias.
Las diferencias entre papá y mamá
Se ha demostrado científicamente que un recién nacido de ocho semanas establece diferencias entre las interacciones con papá y con mamá. Entonces, de alguna manera, los bebés asumen de forma empírica que hombres y mujeres son diferentes.
Los juegos de papá marcan, también, una evidente distinción. Él tiende a proponer al niño actividades de mayor acción que lo ayudan a desarrollar mejor su motricidad e incentivan su independencia. Espontáneamente, invita a asumir retos y a superar límites, mientras que mamá apunta hacia la seguridad y la protección del pequeño, lo que genera un saludable equilibrio, además de crear confianza en las propias capacidades.
A pesar de los cambios de paradigmas actuales, en lo que la madre sale a trabajar y el padre está más abierto a cambiar pañales, dar biberones y apoyar al niño en labores escolares, no se ha perdido la relación de la figura paterna referente a la autoridad.
La manera en la que papá maneja la disciplina es determinante en la formación de los hijos. Ellos establecen y hacen cumplir las reglas con más firmeza y plantean escenarios objetivos en los que el niño observa las consecuencias de cada uno de sus actos.
¿Qué hacer si papá no está?
“Algo sencillo. Hablar de él de vez en cuando, en lo cotidiano: ‘Hoy amaneciste pareciéndote a tu papá’; ‘eso que estás comiendo, a tu papá también le gustaba’. El hecho de nombrarlo y reconocerlo a través del niño, le quita al pequeño el peso de tener que defenderlo, pues éste siempre se alía con el más débil. Introducirlo en la cotidianidad ayuda mucho a tener una imagen de papá presente, haciéndole entender al niño que está bien mencionarlo, que no es desleal con mamá desear su presencia.
Si papá murió, es importante mantener viva esa memoria.
Es bueno que el niño pueda tener cerca una figura masculina de referencia, como abuelos, tíos o padrastros, pero éstos sólo dan fuerza si la existencia, el puesto y nombre del papá biológico es reconocido, no sustituido. Ellos son las figuras que crían y preservan al niño, siempre y cuando se respete el puesto del papá biológico y no intenten anularlo o debilitar su origen. El niño debe tener claro que papá no está y nadie va a ocupar ese lugar”.
El contar con un padre hace que las niñas tengan más probabilidades de cultivar relaciones sanas en la adolescencia y adultez, puesto que no buscan un sustituto de papá en la pareja, mientras que los niños tienen menor tendencia a la violencia, puesto que han podido confirmar su masculinidad con una figura de referencia confiable y aprenden a canalizar sus impulsos y fuerza.
(FUENTES: PSICOPEDAGOGIAVZLA Y EL TIEMPO).
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