Procesión Diocesana del Corpus Christi
Cristo caminó por las calles de la ciudad
Acompañarle nos compromete a transformar la realidad de quienes sufren, señaló el Cardenal José Francisco Robles.
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
El sábado 21 de junio, en la Explanada del Templo Expiatorio Eucarístico, dio inicio la Celebración Diocesana del Corpus Christi, que comenzó a las 7 de la tarde con una Solemne Misa presidida por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, acompañado de los Obispos Auxiliares José Leopoldo González González, Juan Humberto Gutiérrez Valencia y José Trinidad González Rodríguez, además de numerosos Sacerdotes concelebrantes y cientos de fieles que, pese a la amenaza de lluvia, se congregaron en torno a Jesús Eucaristía.
El señor Cardenal explicó en su Homilía que la Fiesta del Corpus Christi es una manifestación pública de nuestra Fe y que ésta, cuando es auténtica, no puede quedar atrapada en nuestro interior, sino que debe manifestarse y expresarse con toda libertad, sin ningún complejo. Y agregó: “Acompañar a Cristo es hacer una aclamación pública desde nuestra Fe; sólo quien así lo hace tiene derecho a ir en su seguimiento; quien no es capaz de proclamar a Cristo, no es digno de seguirle”.
Servicio y entrega
“Nos conviene seguir a Jesús porque nos enseña a amar a Dios y a los hermanos con autenticidad”, destacó. Y dijo que esto nos ayuda a “aprender que la verdadera vida está en darnos, en servir y amar a los demás. Jesús nos enseñó a reconocer que los que van a nuestro lado son nuestros verdaderos hermanos. Nos enseñó a darnos, a transformar el mundo en un lugar más amable y habitable por la fuerza del amor”.
Sentenció también que en nuestras grandes ciudades hace falta que el amor fraterno prevalezca sobre el egoísmo; que la unidad prevalezca sobre la división. De ahí la importancia de una Procesión como la del Corpus Christi, que nos hace tomar conciencia del compromiso que adquirimos cuando seguimos a Jesús mismo por las calles.
“Él se encargará de llevarnos a los barrios más tristes de nuestra ciudad, a los sectores más urgidos de nuestro amor y atención”, recalcó.
El compromiso con la vida
Asimismo, el Arzobispo Metropolitano manifestó: “La Fiesta del Corpus Christi es vital y necesaria porque nos renueva, nos impulsa a ser discípulos que transformen la realidad con la fuerza de la Fe. Jesús nos dice: ‘Yo soy el Pan vivo bajado del Cielo; el que coma de este Pan vivirá para siempre’. Cristo nos da la vida verdadera, y por eso nuestra Fe nos compromete a la vida. Los discípulos estamos comprometidos con el Señor de la Vida”.
Finalmente, nuestro Pastor Diocesano exhortó a los presentes a “seguir celebrando con Fe la presencia viva del Señor en la Eucaristía”.
Concluida la Misa, comenzó la Procesión, que transcurrió primero por la Avenida Enrique Díaz de León, dio vuelta por la Calle de López Cotilla, en la que cientos de fieles esperaban y se fueron sumando al recorrido, y finalmente desembocó en la Avenida 16 de Septiembre hasta llegar a la Plaza de Armas, a un costado de la Iglesia Catedral, donde alrededor de las 10 de la noche se impartió la Bendición con el Santísimo.
Con antelación, se habían organizado los sitios en que estarían ubicados los fieles durante el trayecto, conforme a su proveniencia por Decanatos o Vicarías Episcopales, y luego fueron incorporándose al itinerario con cantos, plegarias y aclamaciones.
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