Amigos, amigas:
Los días 25, 26 y 27 de este mes de junio fueron programados para llevar a cabo la Asamblea Diocesana, lo cual seguramente les suena como un evento que tiene qué ver solamente con nuestra Iglesia Católica; pero, si lo observamos en toda su amplitud, es un acontecimiento relacionado con toda la vida de nuestra Sociedad, porque no debemos olvidar que la Iglesia la formamos no sólo los Obispos, los Sacerdotes y el Papa, sino que el contingente sustancial de la Iglesia son todos los Laicos bautizados.
Es por ello que esta Asamblea es de enorme valor por ser una Asamblea de la Iglesia, pues incluye la representación de hombres y mujeres provenientes de las diferentes Comunidades Parroquiales; asimismo, una significativa delegación de los Sacerdotes y de Instituciones eclesiales, como el Seminario, la Curia, el Cabildo, Institutos de Vida Consagrada, tanto de hombres como de mujeres. En una palabra, toda la Iglesia de Guadalajara representada, con el fin de analizar la realidad actual, el objetivo que ya tenemos, y señalar las líneas de acción para el nuevo Plan Diocesano de Pastoral.
Y es que resulta muy importante tener líneas de acción para responder a las necesidades y a los retos que vivimos en el presente. La implementación de estas pautas a la hora de ponerse en práctica, no sólo van a repercutir al interior de la Institución Eclesial, sino a manifestarse también en la vida ordinaria de las instituciones humanas, donde viven, laboran y están presentes tantos hombres y mujeres que son parte constitutiva muy importante de la Iglesia.
Por eso lo relaciono con un acontecimiento, sí, eclesial, pero de extensa dimensión en todas las comunidades, no sólo urbanas y suburbanas, sino también en las poblaciones rurales y en comunidades medias que conforman nuestra Iglesia Diocesana.
Los trabajos, durante tres días, tendrán, en cuanto a sus conclusiones y líneas de acción de nuestro Plan Diocesano de Pastoral, una proyección y un efecto permanente y constante en referencia a nuestra realidad, que debemos atender por la misión que hemos recibido. Les invito, pues, a estar atentos a sus conclusiones y seguimiento.
Yo les bendigo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
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