Trascendental la Formación de los Pastores
Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara
Leí hace unos días, en una Revista de Pastoral, un Artículo sobre la Formación Sacerdotal en Seminarios y Casas de Religiosos, que proponía formar Pastores sin tanto estudio de las Ciencias propias del Sacerdote, que son la Filosofía y la Teología, porque hacen falta muchos Sacerdotes y hay que formarlos rápidamente, y porque, al fin y al cabo, no han de ser ni Filósofos ni Teólogos.
Se trata de una propuesta que va en aquella misma línea de la Teología de la Liberación, según la cual a los Pastores los debe formar el pueblo y no el Seminario, pues lo importante es que convivan con la gente y conozcan sus problemas y necesidades.
Hay bases lógicas y sólidas
La falacia está en suponer que saber Filosofía y Teología les impide ser Pastores de verdad, cuando es todo lo contrario. El estudio de la Filosofía es necesario para conocer al hombre con sus visiones y aspiraciones. El estudio de la Teología es necesario para conocer a Dios, que nos ha revelado su Plan de Salvación en Cristo. Para que el Sacerdote pueda hablar de Dios a los hombres en lenguaje inteligible y que dé respuesta a sus aspiraciones más profundas, necesita saber Teología. Y para que pueda hablar con Dios de los hombres en la oración, necesita conocer a éstos y sus necesidades y aspiraciones.
La Iglesia ha dado normas, muchas y precisas, sobre la Formación Sacerdotal, y quienes las desconocen o hacen caso omiso de ellas, están desobedeciendo. El Concilio Vaticano II, en un Documento sobre la Formación Sacerdotal, dice, a propósito de la formación intelectual de los candidatos al sacerdocio: “Deben prepararse para el Ministerio de la Palabra; para comprender mejor la Palabra revelada por Dios; para poseerla en la meditación y expresarla con la lengua y la conducta” (O.T., No .4). Si no haN estudiado y asimilado la Palabra de Dios, ¿cómo podrán Obispos y Sacerdotes cumplir debidamente con su primer y principal deber que, según el mismo Concilio, es la Predicación del Evangelio?
La Exhortación Apostólica “Les daré Pastores”, fruto de un Sínodo de Obispos que trató sobre la Formación Sacerdotal, y que fue firmada por Juan Pablo II, se extiende ampliamente acerca de la formación intelectual (Números 51 a 56): Dice que la formación intelectual es “la inteligencia de la Fe” y que pertenece a “la naturaleza misma del Ministerio Ordenado”. Afirma que se requiere un conocimiento profundo de los Divinos Misterios, “para difundir la Fe, defenderla y dar razón de la Esperanza” (Cf.1 Pe.3,15). Por su parte, la Congregación para la Educación Católica publicó sendos Instructivos sobre el estudio de la Filosofía y la Teología en los Seminarios.
Ni apariencias ni confusiones
Los “pastoralistas” prácticos y chambones, y quienes los consienten, están desobedeciendo a la Iglesia y atentando contra el futuro de la vida cristiana del Pueblo de Dios, la cual no puede ser de calidad si los Sacerdotes no están bien formados, si no son hombres de Dios, virtuosos y sabios. Andando los Seminaristas en la calle, dizque en contactos pastorales, no pueden dedicarse a los estudios seriamente ni profundizar en su vida espiritual, que requiere recogimiento para la oración y la experiencia personal de Dios.
Al pueblo cristiano le faltan criterios evangélicos para actuar rectamente. Sacerdotes vacíos de espiritualidad y sin Doctrina sólida no pueden proporcionarles esas pautas ni podrán ofrecer respuestas desde la Fe para un mundo cada vez más complicado y alejado de Dios, y no estarán a la altura para dialogar con una Sociedad en la que abundan profesionistas altamente especializados.
San Juan Pablo II escribió: “La dedicación al estudio, que ocupa buena parte de la vida de quien se prepara al sacerdocio, no es precisamente un elemento extrínseco y secundario de su crecimiento humano, cristiano, espiritual y vocacional; en realidad, a través del estudio, sobre todo de la Teología, el futuro Sacerdote se adhiere a la Palabra de Dios, crece en su vida espiritual y se dispone a realizar su ministerio pastoral” (P.D.V., No. 51).
Todos queremos buenos Pastores, sanos, santos y sabios; el Pueblo de Dios los necesita; pero estudiar seriamente las Ciencias Sagradas no es impedimento para ello, sino un requisito indispensable.
La Formación hacia el Sacerdocio debe cimentarse en el estudio serio de las Ciencias Sagradas, y centrarse en una vida de oración, a fin de que la grey sea verdaderamente alimentada por sus Pastores con la Palabra de Dios, aplicada a todas las realidades temporales.
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