jueves, 19 de junio de 2014

Congreso Eucarístico Diocesano

Encuentro fecundo, que cristaliza en nuestra vida cristiana

Con una Conferencia dirigida señaladamente a las Congregaciones e Institutos Religiosos, dio inicio el Cuarto Congreso Eucarístico Diocesano en el Auditorio del Templo Expiatorio, y cuya culminación se programó con la Solemne Celebración y Procesión del Corpus Christi.


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Dulce Natalia Romero Cruz


El lunes 16 de junio dio comienzo este relevante acontecimiento, enmarcado en los Festejos por los 150 Años de la Creación de la Provincia Eclesiástica de Occidente, cuya Sede es la Arquidiócesis de Guadalajara, elevada a ese rango metropolitano precisamente hace uno y medio siglos.

Dio la bienvenida a los asistentes el Padre Fray Juan Manuel Muñoz Curiel, de la Orden de Frailes Menores, y Secretario Ejecutivo de la Vicaría Pastoral de Vida Consagrada, en representación del Obispo Auxiliar Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Coordinador de dicha Vicaría. El Religioso Franciscano agradeció así la presencia de los participantes: “Los Consagrados reconocemos la centralidad de la Celebración Eucarística en nuestras vidas, lugar privilegiado de encentro con el Señor. Aquí, Él se hace nuevamente presente en medio de sus discípulos, explica las Escrituras, hace arder el corazón, ilumina la mente, abre los ojos y se hace reconocer”.

Luego invitó a los oyentes a vivir este trascendental evento con gozo y esperanza, y para ello se propició un momento de recogimiento y oración en el Templo.


A través de la Historia

Los trabajos dieron principio formalmente con la exposición de la Conferencia titulada “Relaciones Iglesia-Estado y la Vida Consagrada en los 150 Años de la Arquidiócesis de Guadalajara”, sustentada por el Reverendo Padre Evaristo Olmos, S.D.B. (Salesiano de Don Bosco), quien hizo un recorrido histórico desde la época de la dictadura porfirista, de los revolucionarios Victoriano Huerta, Francisco Villa y Emiliano Zapata Salazar, hasta los tiempos de la Lucha Cristera. Recordó la Reforma de la Constitución de 1857, promulgada el 5 de febrero de 1917, y que marcó la separación Iglesia-Estado.

Mencionó particularmente la Guerra Cristera, en la que la Iglesia promovía la libertad de culto ante un pueblo entero herido en sus sentimientos religiosos por un Gobierno represor, frente al cual los católicos reaccionaron por instinto de conservación.


Civismo social

El Padre Evaristo recalcó también que la Iglesia en tiempos del Presidente Porfirio Díaz Mori (1876-1910), cuando se separó del Estado, comenzó a hacer trabajo en silencio y se introdujo en el campo con los campesinos, y en fábricas con los obreros, a quienes los alfabetizó, lo que le ayudo a su florecimiento. Recordó a los Obispos precursores de la Doctrina Social Católica, como Ramón Ibarra, Atenógenes Silva, el Arzobispo de México, José Mora y del Río; los Arzobispos de Guadalajara José de Jesús Ortiz y Rodríguez y Francisco Orozco y Jiménez, entre otros.

Mencionó que el primer Sindicato Católico fue fundado por el Padre Alfredo Méndez Medina, y después se crearon muchos más, llegando a ser, el sindicalismo católico, más fuerte que el gubernamental. En 1922 había 80 mil obreros asociados. Esto sucedía mientras el General Álvaro Obregón Salido estaba en el poder.



La Vida Consagrada sobrevive a la represión


Mientras la Iglesia estuvo unida al Estado, antes de 1863, había sólo dos Vicarías Apostólicas, muy pocas Diócesis y la Arquidiócesis de México. De 1863 hasta 1913, en 50 años, se llegó a 20 Diócesis y siete Arquidiócesis. También aumentó el número de Sacerdotes.

Surgieron entonces Asociaciones Laicales, como la Acción Católica, la Unión de Damas Católicas, la Adoración Nocturna. La Vida Religiosa se incrementó con la llegada de nuevas Congregaciones. También se propagó la devoción a Cristo Rey; empezaron los Congresos Eucarísticos y nació el Partido Católico, de corta duración pero de importante influencia política y social.

En el tiempo de Porfirio Díaz, con un Gobierno conciliador, comenzaron a proliferar las Congregaciones Religiosas y surgió la primera Congregación Mexicana a inicios del Siglo XX: la de los Misioneros Josefinos.

Tanto la Revolución como la Persecución Religiosa hicieron estragos en la Iglesia Mexicana; sin embargo, la Vida Religiosa logró sobrevivir a la Persecución, y pasando ese vendaval, vino un florecimiento, que propició el inicio o reforzamiento de la asistencia social.


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El levantamiento

La Ley Calles, que consistió en una reforma al Código Penal, provocó la Persecución Religiosa porque quería que los Sacerdotes se registraran ante Gobernación, dependencia que debía de otorgar el permiso para ejercer el ministerio en público.

“En ese tiempo, el Arzobispo de México, José Mora, declaró ante la Prensa que los católicos no reconocían los artículos 3º, 127º y 130º de la Constitución, y en consecuencia, hubo 202 Sacerdotes extranjeros expulsados, 83 templos y oratorios cerrados, 118 colegios clausurados y 83 conventos intervenidos.

Y, aunque la mayoría de los Sacerdotes y Obispos estuvo en contra de tomar las armas, hubo Clérigos que sí lo hicieron, y por su parte, la Unión Popular, fundada por Anacleto González Flores, comenzó un boicot al transporte público, al que Calles calificó inicialmente como ridículo; pero que, al ver sus efectos, lo consideró perjudicial y criminal, y empezó así la respuesta armada contra los “rebeldes”.

Aunque no existía oficialmente la relación de Iglesia-Estado, siempre hubo contacto entre el Gobierno y los Obispos, quienes buscaban el modo de llegar a un acuerdo. Sin embargo, los Cristeros estaban en contra de que tanto la Santa Sede como los Obispos arreglistas tomaran decisiones sobre una guerra que no les pertenecía, principalmente porque no se respetaba lo que pedían: un Estado Laico pero respetuoso de las libertades de asociación, interreligiosa, de expresión, etcétera”.

El Religioso Salesiano concluyó: “En mi opinión, en los arreglos del 29 hubo dos conclusiones; una, que el tiempo en que la Santa Sede podía intervenir como instancia política había sido superado; y otra, que los Pastores de la Iglesia no podían arreglar situaciones políticas y sociales sin tomar al pueblo en cuenta”.

Al finalizar la exposición, se concedió un lapso para preguntas y respuestas. La audiencia, en su mayoría de Religiosas, se mostró muy participativa y muy entusiasmada por el tema tan bien tratado y expuesto. Por la tarde, se repitió la ponencia.


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