jueves, 10 de abril de 2014

Vivencias que marcan la vida:

Vivencias que marcan la vida:


El Decano del Periodismo Radiofónico, don Ildefonso Loza Márquez y García de Quevedo, compartió con Semanario gratas experiencias que, en su quehacer periodístico, le permitieron conocer de cerca a dos Papas que ya pronto serán canonizados.


JohnXXIII


Mónica Livier Alcalá Gómez


Don Ildefonso nos recibió, como siempre, con amabilidad, entusiasmado de abrir el baúl de los recuerdos y contar la historia de su vida, de hace muchos años, pues, cómo el mismo dice: “Tengo más buena memoria del pasado que del presente”.

La facilidad y la oportunidad que daba la Radio, de difundir las noticias al momento, fue bien aprovechada por el entonces joven Periodista, inventor del término “Periodismo Radiofónico”, que anteriormente no existía, y logró transmitir en vivo la Elección del Papa Juan XXIII, “ganándole” incluso la noticia a la mayor cadena televisiva de México, Televisa: “Luis Marcelino Farías se fue a Roma a transmitir el Cónclave; sin embargo, como pasaba el tiempo para que hubiera ‘fumata blanca’, decidió quizás irse a tomar algún bocado. Lo que él no sabía es que regresar a la Plaza de San Pedro, donde estaba su set, era toda una odisea. Se descuidó el hombre, y nosotros ya estábamos transmitiendo para Guadalajara, enlazados con Radio Vaticana, por lo que dimos la noticia en México antes que ellos, antes que nadie; eso fue bonito, satisfactorio.

“De ahí en adelante, cubrí todas las Elecciones Pontificias”, afirmó orgulloso el experimentado Comunicador, al tiempo que reconoció que es un devoto católico, por lo que, además de la satisfacción profesional, la cobertura de estos eventos de Iglesia le han dejado una honda huella en su vida espiritual: “No me avergüenzo de esto; al contrario, para mí es un gran orgullo decirlo”.


Haciendo historia

entrevistadoPosteriormente a esta vivencia, Loza Márquez decidió que era un buen momento para grandes coberturas periodísticas desde “La Gaceta del Aire”, Programa de una Radiodifusora tapatía, por lo que, pocos días después de la Elección, se fue a Roma a narrar la imposición del Capelo al primer Cardenal mexicano, don José Garibi Rivera, sexto Arzobispo de Guadalajara: “Fue la primera transmisión radiofónica trans-atlántica hecha por un Medio de Comunicación de Provincia, siempre con el apoyo de Radio Vaticana, con quienes hice, desde entonces, buena amistad”.

En esta aventura, cuando le tocó ser al mismo tiempo Operador, Cronista y Productor, pudo ver de cerca al Papa Juan XXIII, cuya experiencia está relatada en nuestro Semanario (“Así conocí a Juan XXIII”, Edición 865, agosto de 2013). “Este Papa tenía la peculiaridad de ser muy bueno, poseía una bondad que se reflejaba, se notaba; fue al primer Papa que me tocó ver en vivo; por lo tanto, una experiencia inolvidable”.

Nos confió el entrevistado que en la Iglesia también suele darse la alternancia entre Papas; algunos muy adustos, formales; otros más sencillos y espontáneos, pero todos, sin duda, fieles representantes de Cristo en la Tierra: “Pío XII, por ejemplo, era más del tipo serio; luego vino Juan XXIII; tuvimos después a un Paulo VI, también algo esquivo, rígido, pero un gran Papa, al que le tocó vivir una de las etapas más duras de la Iglesia en este tiempo moderno; vino enseguida un bonachón, Juan Pablo I; posteriormente, Juan Pablo II, con gran personalidad y carisma. Finalmente, tenemos a la dupla de Benedicto XVI, al que también le tocaron tiempos difíciles, pero los sobrellevó con grande entereza, y ahora tenemos a otro fuera de serie: Francisco”.

Don Ildefonso, también diestro fotógrafo, lamentó que fue la primera y última vez que pudo ver a Juan XXIII en “vivo y a todo color”, aunque lo vio después en su tumba, con su cuerpo incorrupto, “como si estuviera durmiendo”.


Con Juan Pablo II

Con él tuvo una relación mucho más cercana, sobre todo en su primera visita a México, pues fue elegido por el Arzobispo Jerónimo Prigione, Delegado Apostólico en nuestro país, como fotógrafo oficial de la Delegación: “¡Imagínate, yendo y viniendo a diario de mi casa (entonces vivía en el Distrito Federal) a la Nunciatura, donde el Papa Juan Pablo II descansaba! Así que pude convivir con el Papa, saludarlo de cerca; ¡fue algo tan, tan especial!”, rememoró.

Lamentó, sin embargo, que no pudo seguirlo en sus viajes fuera del Distrito Federal, ya que una situación personal lo ataba en esos momentos a la Ciudad Capital, por lo que comisionó a otros fotógrafos para esta labor; pero en sus actividades capitalinas lo siguió con esmero; labor que, finalmente, consignó en un trabajo fotográfico en tres Tomos, y que tituló: “Aquella inolvidable primera visita”, en el que quiso dejar plasmado, paso a paso, el recorrido del aquel Papa viajero por nuestra Nación.

No obstante, tiempo antes de que el Papa Juan Pablo II viniera a nuestra Patria, tuvo el Periodista un encuentro muy cercano con él, justamente en Roma, y así lo contó: “Después de la Misa de Inicio de su Pontificado, donde estuvimos bajo los rayos del Sol más de dos horas, finalmente bajé de la Columnata de Bernini, desde donde estaba tomando fotografías. Un Sacerdote amigo que vivía en Roma me mostró un lugar (secreto), donde había una llave, la cual abría una puerta que me evitaría rodear, en el momento de la Celebración, toda la Columnata, y así bajar y subir con mayor rapidez. Total, termino, me bajo por la puertita secreta y llego al Patio de San Dámaso (el que da a las habitaciones papales), totalmente solo, únicamente un Guardia Suizo a lo lejos… Y yo con mi cargamento de cámaras, dos con telefoto, mi bolsa de rollos de fotografía. Y así, mientras camino, escucho que un automóvil viene. Vi que era el Papa en el papamóvil, y pensé: ‘éste es mi momento’, así que intenté sacar una fotografía; pero, en eso, se me enredaron las cámaras, y la que tenía en las manos se me cayó. Sólo vi la risa (más bien carcajada) del Papa ante mi apuro, pero se siguió de frente al elevador que lo conduciría a sus habitaciones.

“Se fue el papamóvil, y con él mi oportunidad de hacer una fotografía histórica y única; pero, ándale que veo que el Papa se regresa caminando y se para bajo una ancha puerta, haciéndome la seña de ‘aquí estoy, dispara’. De nuevo mi apuración. Tomo la cámara (no la del telefoto), y logro, por fin, mi fotografía soñada. Si hubiera hecho la del telefoto, sólo hubiera salido él, y entonces hubiera perdido el contexto de todo aquello, que me da, de verdad, un gran orgullo contarlo cada ocasión, mostrando, a la vez, la fotografía, para que la entiendan”.

En ese momento, el fotógrafo pensó muy sensatamente que si hubiese corrido a saludarlo hubiera sido una gran imprudencia y, además, un abuso a su generosidad, por lo que se quedó allí, sólo agradeciéndole al Papa con la mano y a lo lejos.


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Narrar con respeto

Todas estas experiencias hacen que un Periodista, sobre todo los que cubren la Fuente de Iglesia, vayan tomando mayor respeto y seriedad a lo que es la Religión y lo que significa para tanta y tanta gente, advirtió el entrevistado: “Aquí, quiero aprovechar para decirles a mis colegas que no podemos asaltar a las personas, micrófono en mano (mucho menos si se trata de Autoridades Religiosas), para preguntarles cosas que no van con su quehacer y ministerio. Creo que muchos de los que cubren esta Fuente todavía tienen mucho qué aprender; tienen qué adquirir mayor respeto hacia las personas y profesionalizar un poco más su Fuente, porque, a veces, lo único que muestran es su propia ignorancia”.

Finalmente, expresó que, en especial a propósito de estas Canonizaciones, se queda con una grande satisfacción, al pensar que él pudo saludar de mano a dos nuevos Santos: “Pude besar la mano de dos personajes que, en vida, hicieron mucho bien, reflejaban a Dios, y por eso ahora serán elevados a los Altares. Decir ‘Santos’ es afirmar lo que fueron en vida: dos personas que, aunque tenían caracteres distintos, poseían un sentido del humor muy propio y bastante desarrollado. Es decir, ser Santo no es estar triste, serio, sino transmitir ese Amor de Dios hacia los demás. Sé de cantidad de gente que, a partir de palabras de alguno de estos Papas, de haberlos visto, lograron cambiar su vida. El convertir a personas con tu sola persona, es, sin duda, un gran don de Dios”.

Son dos Santos que muchos tuvieron la fortuna de conocer, por lo que significa un gran regalo que sean canonizados dos personajes de nuestra época: “Antes, si no ibas a Roma no los conocías, pero a los dos pudimos verlos, y aunque a Juan XXIII un poco menos, sí hay muchos que aún lo recuerdan. Juan Pablo II, además, descubrió que no solamente todos los caminos llevan a Roma, sino que todos los caminos salen de Roma. Se identificaron con nosotros, fueron de nuestra época”.


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