Exvotos de El Señor de los Rayos
En el segundo aniversario del Museo de Arte Sacro de Guadalajara, cabe recordar que éste se presenta no sólo como un lugar que documenta el desarrollo de la vida cultural y religiosa de la Arquidiócesis, sino, además, como un espacio que muestra diversas manifestaciones del ingenio del hombre, que con su imaginación expresa sentimientos y creencias.
Esto podrá observarse, por ejemplo, en la nueva Exposición que, desde el 5 de abril y hasta el 5 de julio estará abierta al público en este recinto: El Arte de la Fe, exvotos del Señor de los Rayos, de Temastián, Jalisco, del Pintor Gerónimo de León.
El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos invita a la reflexión de la piedad popular, la cual, dice, «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer», y que «los hace capaces de generosidad y sacrificio, hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar su Fe». Por cierto, el autor de estos cuadros supo interpretar a la perfección la piedad popular y plasmarla en sencillas obras que se convierten en testimonios vivos de un sentimiento de gratitud al Poder de la Divinidad.
EXPLICANDO TÉRMINOS
Un exvoto establece una especie de intercambio entre lo humano y lo divino, mediante el empleo de ofrendas para solicitar y agradecer favores. Generalmente, el exvoto suele ilustrar la escena de un hecho milagroso ocurrido, pintada con ingenuo realismo, misma que se complementa con un texto que explica la gracia concedida y la gratitud de quien la obtuvo, ya sea mediante intercesión de algún Santo, de alguna Advocación mariana o directamente de una Persona Divina.
En su origen, se pintaron estos pequeños retablos sobre láminas de cobre, aluminio, zinc, plata y oro, y fueron conocidos popularmente también como “milagros”. Las diversas pinturas y estampas que se hallaban a la vista de los fieles dentro o fuera de las iglesias y particularmente en sus anexos, sirvieron de inspiración a artistas anónimos, que crearon un arte de estricto carácter popular, y algunos cultos, y la abundancia de láminas votivas referentes a milagrosas imágenes, fue incluso promovida políticamente, hasta el punto de influir en la conformación de la mentalidad de algunas zonas de México.
EL SEÑOR DE LOS RAYOS
El Cristo de Temastián, Jalisco, mejor conocido como “El Señor de los Rayos”, está manufacturado en madera, y data del Siglo XVI, atribuyéndose su hechura a artesanos de los Talleres de Pátzcuaro, en Michoacán.
Aunque no hay constancia sobre la fecha en que la imagen fue llevada a Temastián, todo indica que fueron los Padres Franciscanos de la Custodia de Zacatecas quienes en 1591 establecieron un Centro de Evangelización en Colotlán, mismo que comprendía, entre otras Doctrinas, las de Totatiche y Temastián. La fundación cristiana de ambos pueblos fue hecha por Fray Juan Gómez entre 1592 y 1600.
Temastián era, originalmente, una comunidad indígena llamada Acatlán, nombre náhuatl que quiere decir “carrizal”. Acerca del nombre dado al Cristo, cabe decir que, en un principio, y durante siglos, se le llamó “Señor del Rayo”, pues según una tradición, estando los Frailes predicando a los indios bajo un mezquite, cayó sobre éste una fuerte descarga eléctrica, pero no hizo daño alguno a la escultura.
A principios del Siglo XVII el Señor del Rayo contaba ya con una modesta capillita, y en cuanto a su devoción, los indígenas se encariñaron pronto con el Cristo, pues lo consideraban como su Protector ante los rayos. De ahí comenzaron a llamarle “El Señor de los Rayos”, en vez de del Rayo.
En el Siglo XIX la imagen contaba con devotos desde la Sierra de Morones hasta Nayarit, desde Monte Escobedo hasta El Teúl, en el Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas.
Posteriormente, la devoción se extendió a otras regiones, e incluso al extranjero, pues al fundarse la Pía Unión del Señor de los Rayos, el 29 de agosto de 1925, llegó a tener fieles devotos en Estados Unidos, España y América del Sur, hasta la Argentina.
DON GERÓNIMO DE LEÓN
Totatiche tiene hoy la fortuna de ser la Sede de la Cultura en la Región Norte de Jalisco, valor adquirido a través de los siglos por familias que fueron llegando de otras latitudes.
Algunas de estas familias, fueron las de apellido De León, que radicaron en tierras totatichenses desde mediados del Siglo XIX, aunque sin que se haya investigado hasta ahora su más remota procedencia. En algún momento, por lo menos a algunas de ellas o a uno de sus miembros se les mencionaba como originarios de la Región de Valparaíso, Zacatecas, pero avecindados en Totatiche.
Don Gerónimo fue hijo de Teodosio de León y Elisa Venegas, y aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, debió ser en 1854. Él se casó dos veces: primero, con una dama de Valparaíso, y en segundas nupcias con una señorita de Totatiche, en 1896.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario