jueves, 3 de abril de 2014

Díaz Morales y su estela de grandes obras

Homenaje a su memoria


Evoc


El Seminario Diocesano Menor de Guadalajara, lleno de júbilo por sus primeros 50 años en casa nueva, presentó la Conferencia acerca del constructor y diseñador de dicho inmueble, titulada: “Ignacio Díaz Morales, un Arquitecto entre el espacio y el espíritu,” impartida en el Auditorio “Cardenal José Salazar López” por el Presbítero, Ingeniero y Arquitecto Eduardo Gómez Becerra, Coordinador de la Comisión de Arte Sacro y Director del Museo de Arte Sacro de la Arquidiócesis.

Acudieron como invitados especiales, miembros del Colegio de Arquitectos de Guadalajara; maestros y alumnos de diferentes Universidades (de la UdeG, UAG e ITESO); ex alumnos Laicos del Seminario y, por supuesto, el Seminario Menor en pleno, con Formadores y estudiantes que actualmente se encuentran en esta Casa de Formación, tanto de la Preparatoria como del Curso de Nivelación, de Vocaciones Adultas y de Primero de Filosofía.


PRECEDENTES BRILLANTES

La Conferencia, que el Ponente llamó una simple plática coloquial entre amigos, se inició con los antecedentes históricos de la arquitectura tapatía contemporánea, siendo su precursor Don Luis Barragán, de quien Ignacio Díaz Morales fue su seguidor.

En 1927, dio principio la construcción formal del Templo Expiatorio Eucarístico, obra que fue encomendada por el Arzobispo de Guadalajara, Don Francisco Orozco y Jiménez, al entonces joven Sacerdote José Garibi Rivera. Esta edificación quedó a cargo del Ingeniero Luis Ugarte, de quien Díaz Morales era socio colaborador, y fue a partir de ahí cuando se entabló una estrecha amistad entre el Padre Garibi Rivera y el Arquitecto Díaz Morales. De ahí derivó el que no pocas obras eclesiásticas le fueron encomendadas a este constructor y diseñador, entre ellas, el Templo de la Paz, la Santa Cruz y, desde luego, el Seminario Menor.

Múltiple es el legado de Díaz Morales a la Sociedad Tapatía, y no sólo de obras para el culto religioso, sino de una herencia histórica, cultural y social para la comunidad. Ejemplo de ello son las cuatro Plazas del Centro Histórico de la ciudad que rodean la Catedral y forman una Cruz; la remodelación del frontispicio del Teatro Degollado; la conservación y restructuración de la Cúpula del Hospicio Cabañas, así como la Fundación de las Facultades de Arquitectura, tanto en la Universidad de Guadalajara como en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.


TOQUE PROPIO Y ESPECIAL

Los antecedentes arquitectónicos de Seminario Menor se remontan a construcciones anteriores como la del Seminario Menor de los Misioneros de Guadalupe en la ex Hacienda de Toluquilla, realizadas en 1956, así como la Capilla de las Madres Mercedarias, de 1959, en Chapalita, la cual guarda notables similitudes con la Capilla del Seminario Menor.

El Arquitecto Ignacio Díaz Morales fue un Teólogo Laico lleno de espiritualidad, que aplicó sus conocimientos y sentimientos en el desarrollo de su obra y en la vida material de sus congéneres. Su existencia, apasionada por el quehacer profesional, la resumió de la siguiente manera: “El espacio construido debe cultivar y rendir culto a lo más grande que hay y que es la conciencia de la Vida Divina. Asimismo, el acto humano perfecto es el convivir, por lo que la obra edificada debe ser útil, lógica, estética y social.” Conceptos que se hacen patentes en la recatada magnificencia del Seminario Menor.



el dato


La Casa del Nuevo Seminario Menor fue inaugurada el 15 de agosto de 1964, domiciliada entonces en la antigua Calzada de las Torres, del Fraccionamiento Prados Vallarta, y hoy denominada Lázaro Cárdenas (No. 4249) del Fraccionamiento Camino Real, en el Municipio de Zapopan.

Fue hasta el 30 de mayo de 1966 cuando el Cardenal italiano Carlo Confalonieri (aprovechando su venida a México como Delegado del Papa Paulo VI para entregar la Rosa de Oro a la Virgen de Guadalupe) colocó la primera piedra de la Capilla del Seminario Menor, acompañado del Cardenal Arzobispo de Guadalajara, José Garibi Rivera; acto en el que participó, como Orador Sagrado, Monseñor José Ruiz Medrano, Canónigo Magistral de la Catedral tapatía. Era Rector del Seminario, Monseñor José de Jesús Becerra Fernández, Canónigo Lectoral



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