jueves, 10 de abril de 2014

“A Dios rogando, y con el mazo dando”

¿Pura vida en rosa?


Amputados


Pbro. José Arturo Cruz Gutiérrez


Alguien puso su mirada en un hecho futuro, y su corazón se llenó de esperanza. Se dijo: “Todo va a ir mejor, terminaré mis estudios, tendré un buen trabajo, me cambiaré de casa, saldré anualmente de vacaciones y todo irá muy bien”. Y, en sus sueños, pensó que las cosas iban a ser diferentes, que todo marcharía viento en popa.

Sin embargo, al ver que tanta esperanza de mejoría puesta en el porvenir no llegaba, se desanimó, y todas sus quimeras y sus deseos de superación quedaron esfumados en las falsas ilusiones.


MEJOR REPENSAR QUE ABATIRSE

Y ante esa realidad, si en el horizonte no se ven nuevas oportunidades, cualquiera puede sentirse hundido y sin ganas de emprender. ¿Para qué esforzarse? Mas en lo íntimo del alma suena una vocecita humilde y discreta que sugiere: “Pues precisamente, si aquello en lo que tú pusiste tanta esperanza no resultó, ahora es el momento de ponerse a trabajar. Pon en práctica ese popular refrán que dice: ‘A Dios rogando, y con el mazo dando’”.

Si el poner esperanzas en otros, en cambios políticos, en lo imprevisible del clima, en la volubilidad del destino, te lleva a frustraciones y desconciertos, eso jamás tiene que convertirse en un motivo para cruzarte de brazos y darlo todo por perdido.

A lo largo de la vida se presentan muchos desencantos, pero también numerosas oportunidades de volver a intentarlo; es una serie constante de acabar y de volver a iniciar; de tropezar y enderezarse; de caer y levantarse. Nada está totalmente terminado, hasta cuando la vida finaliza; pero, entretanto, siempre se tiene la ocasión de volver a recomenzar. El hombre es el único animal racional que, si se lo propone puede reanudar lo que dejó trunco, pues para él nada está fatalmente determinado. Puede dejar de ser el hombre viejo y revestirse, una y otra vez, del hombre nuevo.

Mientras Dios te conceda la revancha de retornar al punto de partida, al propósito de enmienda, puedes y tienes que hacerlo. En tanto Nuestro Señor te sostenga el don de la vida y de la salud, es tiempo magnífico de reemprender la faena y de echarle siempre ganas, tomando clara conciencia de que la Fe y la Esperanza no deben estar puestas en otros seres humanos, sino en Aquél que dijo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Él es el único Amigo que nunca falla.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario