¡Feliz día del niño!
Fue un lejano 20 de noviembre de 1959, durante un Congreso de Educadores efectuado en Ginebra, cuando la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer al mundo la Declaración de los Derechos del Niño.
Maestra Raquel Guadalupe Núñez Rojas
El día designado para celebrar mundialmente dicha proclama y, por supuesto a los niños, sería el 30 de abril. He aquí una síntesis de dicha Declaración.
LOS DERECHOS DEL NIÑO
1. Estos derechos deben ser reconocidos sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, posición económica y otra condición propia del niño o su familia.
2. El niño gozará de una protección especial; dispondrá de oportunidades y servicios para desarrollarse física y mentalmente, así como moral y espiritualmente, en condiciones de libertad y dignidad.
3. Tiene derecho, desde su nacimiento, a un nombre y a una nacionalidad.
4. Debe gozar de los beneficios de la seguridad social, de atención prenatal y disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos.
5. El niño impedido física, mental y socialmente, debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especial que requiere el caso.
6. El niño necesita amor y comprensión. Deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres.
7. Tiene derecho a recibir educación gratuita y obligatoria, por lo menos en las etapas elementales.
8. Debe figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.
9. Debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación, y no permitírsele trabajar antes de la edad mínima adecuada.
10. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia y amistad entre los pueblos, así como paz y fraternidad universal.
A pesar de que la mencionada Declaración fue recibida con bombo y platillo por los países que integran la ONU, poco o nada se ha hecho para cumplirla. La muestra más elocuente son las hambrunas que han sufrido los niños de África; la famosa Ley Estatal 187, emitida por el Gobierno de California, hace algunos años, y la inhumana Ley también de inmigración, que afecta principalmente a los niños.
EL TRATO A LOS NIÑOS EN MÉXICO
Pero no vayamos más lejos; aquí en nuestro país, en Acapulco, en Cancún y en Puerto Vallarta, se han descubierto mafias diabólicas que atrapan a los niños en el mercado sexual más ignominioso. Según datos del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de un millón de niños son obligados a prostituirse anualmente en el mundo; y nuestro país está inmerso en ese problema. La Organización Internacional del Trabajo informa que existe una red de explotadores que opera a nivel internacional, haciendo víctimas a menores sin recursos.
Pero lo más doloroso es lo que ocurre en nuestro medio; en nuestras propias familias. Los niños son el blanco de los ataques televisivos diariamente, las 24 horas al día; ataques que atrofian su mente y destruyen su moral. Y ¿qué decir del Internet? Imágenes y programas de violencia, de pornografía, carentes en absoluto de valores positivos. ¿Qué hacemos para impedir que toda esa basura audiovisual entre a nuestros hogares?
Protejamos la niñez
El niño espera que se le proteja, no solamente el mes de abril, sino los 365 días del año. El niño requiere, para su desarrollo físico y mental, un hogar normal. El niño necesita la ternura de una madre y la fortaleza de un padre. En un hogar desintegrado o en vías de desintegración, no pueden establecerse las bases de la personalidad del pequeño. Ya en la etapa tan difícil de la adolescencia, hará crisis la ausencia de valores, que sólo los padres pueden y deben desarrollar, ellos y nadie más.
Hagamos que este Día del Niño se prolongue a todos los días del año. Reflexionemos un poco y cuidemos a los infantes, ya que ellos serán el futuro de nuestro país; démosles nuestra protección y amor, ya que fueron engendrados por un acto de amor. Cuando éste es auténtico, supera las crisis económicas, resiste los desgastes, desafía las carencias. Si queremos un México fuerte y una sociedad más amable, protejamos la niñez, ya que en ella está el futuro de la humanidad y la esperanza de nuestra patria.
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