jueves, 3 de abril de 2014

Importancia del Prefecto y del Director Espiritual

Guías confiables


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Todos tenemos claro que siempre habrá un Superior al cual hay que responder, respetar y obedecer; por ejemplo, el hijo con respecto a sus padres, el Vicario en relación al Cura, el empleado con respecto al Jefe, el alumno con respecto al Maestro. Incluso el Papa con respecto a Nuestro Señor Jesucristo, y así podríamos seguir dando un sinfín de ejemplos. Y, en este caso, el Seminario, como una gran familia, no es la excepción.

Aquí tenemos guías que nos muestran el camino, y no sólo eso, sino que también caminan junto con nosotros. Dentro de nuestra formación, ya sea en la vida del Seminario y/o en nuestra vida personal; es decir, en la dimensión humana y en la espiritual (sin dejar de lado la dimensión pastoral e intelectual). Ellos nos advierten de peligros, proporcionándonos herramientas que nos ayudan a avanzar, día a día, en la configuración con el modelo único: Jesucristo.


Tareas delicadas y específicas

Ardua labor es ésta, ya que el tener la formación en sus manos de los futuros Sacerdotes no es una tarea fácil, aunque tampoco imposible. Los Padres Formadores cuentan con la experiencia que los avala, muestran el camino que una vez ya transitaron y que siguen recorriendo; pero, sobre todo, confían en la asistencia del Espíritu Santo, que los ilumina para llevar a cabo esta encomienda que desempeñan, primordialmente, el Prefecto de Disciplina y el Director Espiritual.

El Padre Prefecto es un Sacerdote dotado de una doctrina sólida, conveniente experiencia pastoral y una formación espiritual y pedagógica (Optatam Totius, 5), quien junto con el Padre Director Espiritual procura una formación espiritual, unida con la doctrinal y la pastoral. Esta formación ha de proporcionarse de manera que los formandos aprendan a vivir en continua comunicación con el Padre, por su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo. Y, puesto que han de configurarse, por la Sagrada Ordenación, a Cristo Sacerdote, deben acostumbrarse a unirse a Él, como amigos, en íntimo consorcio de vida (Optatam Totius, 8).

Por ende, cada Grupo del Seminario (tanto del Mayor como del Menor, del Curso Introductorio, de Nivelación y de las Casas Auxiliares) tiene asignado un Prefecto y un Director Espiritual, los cuales pueden ser relevados cada año, si así lo considera el Rector.

Dentro de la serie de labores que les corresponden, una de ellas consiste en la impartición de una charla semanal al Grupo asignado. Al Prefecto le atañe la dimensión humana y al Director Espiritual la dimensión espiritual.

Además, el Prefecto entrevista de manera frecuente a cada uno de los Seminaristas del Grupo que le corresponde; éste, es designado por disposición superior. A diferencia del Prefecto, el Director Espiritual conversa periódicamente con aquellos Seminaristas que lo han elegido por voluntad propia para dirigirlos espiritualmente.

La importancia de cada uno de ellos es, pues, innegable, ya que ambos Superiores buscan la mejor manera de ayudar a que los alumnos sean formados, educados y configurados integralmente a imagen de Jesucristo Nuestro Señor, Sumo y Eterno Sacerdote, modelo de Maestro y de Pastor.

¡Gracias a todos y cada uno de ellos. Que Dios sea su recompensa!


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