miércoles, 23 de abril de 2014

Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo

Juan López Vergara


El Evangelio que nuestra Madre Iglesia dispone para el Domingo de Resurrección, revela el estrecho vínculo entre las Escrituras y el Acontecimiento Pascual del Señor, al extremo de convertirse, este último, en la clave de su comprensión, y las Escrituras, en imprescindible espejo para la lectura del evento (Jn 20, 1-9).


EL DÍA DEL SEÑOR

Los relatos de la Resurrección en el Evangelio de San Juan inician especificando: “El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al Sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba” (v. 1). Los discípulos convirtieron este día, en el “Día del Señor”, porque en él aconteció el suceso más importante de nuestra Fe Cristiana (compárese Ap 1, 10).

El temor hizo presa de María Magdalena, quien al ver la tumba vacía se echó a correr llevando la noticia a Simón Pedro y al discípulo amado: “Se han llevado del Sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (v. 2). Ella emplea el significativo título cristológico: “El Señor”, que expresa la inefable Soberanía de Jesús (compárese Flp 2, 10-11).


HASTA ENTONCES NO HABÍAN

ENTENDIDO LAS ESCRITURAS


Pedro y el discípulo a quien Jesús quería, salieron corriendo para ver lo ocurrido (véase v. 3). El último llegó primero, pero no entró, sino que aguardó a Pedro (véanse vv. 4-5). El discípulo amado reco-noce, así, la preeminencia de Pedro (v. 5: compárese con Jn 21, 15-17). Pedro descubre no sólo los lienzos como ocu-rriera al discípulo amado, sino también el sudario, que estaba plegado en un sitio aparte (compárense vv. 6-7 y el v. 5). Después, Juan también ingresó: “vio y creyó” (v. 8).

El Evangelista explica que “hasta entonces no habían entendido las Escrituras según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos” (v. 9). Tampoco cita algún texto concreto, pero invita a dar lectura al Acontecimiento Pascual a través de las Escrituras (v. 9: compárese con Lc 24, 27.32.44-45), pues en ellas encontramos el Proyecto de Dios, que tiene su expresión máxima y definitiva en la Persona del Señor Jesús: “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasa-do a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo el Universo” (Hb 1, 1-2).

“Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo” (San Jerónimo).


UN ESPERANZADOR

SIGNO DE NUESTRO TIEMPO


Queremos, justamente en el Domingo más importante del año, reconocer y, sobre todo, agradecer al Señor de la Vida, por un gozoso y esperanzador signo de nuestro tiempo, en particular de la Iglesia en Guadalajara, como es la existencia del Instituto Bíblico Católico, donde estudiamos con renovada ilusión las Escrituras, que son fuente de vida, porque nos transmiten la Palabra de Dios, convencidos de lo revelado por el propio Jesús, quien asegura: “Ellas son las que dan testimonio de Mí” (Jn 5, 39).


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