jueves, 24 de abril de 2014

La Filosofía se lleva a cabo y se realiza en el diálogo

…por eso, hoy casi nadie hace filosofía


comunicacion en la familia de diversion


Comisión Diocesana de Pastoral Familiar.


Se sostiene que la comunicación es una exigencia fundamental del hombre, y es cierto; pese a ello, hoy en día comunicamos muchísimo porque hablamos, pero tristemente no dialogamos. Y no sabemos dialogar, porque no nos sabemos relacionar, ni con nosotros mismos, y mucho menos con los demás. Las conversaciones actuales son en la mayoría de los casos todo, menos diálogo, porque no son encuentro, ni manifestación de nuestro ser como personas.

Las eternas charlas (con los diversos títulos que se pueda pensar, que van desde un saludo, pasando por una plática informal y hasta una conferencia magistral), terminan muchas veces en la frase de Eliot que proponemos al inicio, en donde la persona no sabe comunicar porque no sabe manifestarse.

Y así se vuelve un círculo vicioso: ¿Cómo va a manifestarse el hombre, si no entra en diálogo consigo mismo, con los otros y con el otro? ¿y cómo va a dialogar sin manifestarse? Aquí está la clave: en romper ese ciclo, en alzar la voz que no es sólo un grito, un sonido de las cuerdas vocales, sino que significa mostrarse como persona, dialogar a través de un diálogo que manifieste la grandeza y profundidad de cada ser humano, que busque y encuentre en el otro y en los otros, la verdad, porque como dice Jaspers: “La verdad comienza con dos”; es decir, se inicia en el encuentro, porque es en la comunicación que me hago manifiesto a mi mismo con la otra persona.


EL TEMOR A LA VULNERABILIDAD

¿Cómo podemos entonces pretender que en la actualidad haya filosofía sino hay diálogo? En la soledad no ha diálogo, y por ende, no hay filosofía; en la sociedad actual no hay filósofos porque impera el miedo al diálogo, a la manifestación de ser personas, porque manifestar ser persona, implica amar, y amar implica ser vulnerable. Dialogar se basa en la relación con otro, en el deseo de responder a la magna quaestio: ¿Qué soy yo mismo? ¿Qué son los demás?

La palara es muchas veces el vehículo del dialogo, pero también lo es en muchas otras el silencio; nuestra sociedad está urgida de silencio, de espacios de reflexión y de interiorización, pues el ruido de las grandes ciudades, que va desde los sonidos hasta la rutina, acompañado por el ruido personal (los miedos, los prejuicios y la apatía, por ejemplo), nos impiden dialogar, manifestarnos, filosofar, porque no dan el tiempo de cuestionarnos, profundizar, mediar para poder actuar; ya que la pregunta surge de una experiencia inicial y tal experiencia la vive el hombre como una búsqueda que orienta y exige la realización de acciones.


UN LLAMADO AL AMOR

Hacer filosofía debe significar ser cooperadores de la verdad, una verdad que se descubre a través del encuentro por medio del diálogo; ser cooperadores de la verdad debe significar poner nuestra persona al servicio de la misma; es decir, pasar del momento intelectivo al momento activo, y actualizar la vocación personal a la que está llamado todo hombre, la vocación del amor.

Así nos daremos cuenta que es sólo en el ámbito de las relaciones humanas en donde la pregunta existencial (que debe ser el pilar de la filosofía), encontrará una primera respuesta de sentido. Un sentido que para ser completo, no queda en el canto de admiración del hombre, sino que se continúa en la entrega del mismo. Es la entrega de sí que contiene una especial revelación de la humanidad.

Como personas, como comunidades, estamos necesitados del diálogo como búsqueda, pero sobre todo como encuentro; es por ende imperioso que nos empeñemos en construir espacios personales y comunes que nos permitan hacer filosofía, es decir, dialogar en el sentido completo y complejo, pero maravilloso, que significa esta palabra. Permitir que en cada momento el Verbo se haga carne y habite entre nosotros.


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