Érick Noriega
El Filósofo griego Platón, en su concepción del Estado, afirmaba que “eran los Filósofos quienes debían gobernar”, mas no los filósofos como hoy lo entenderíamos, sino en el sentido etimológico de la palabra: “Los que aman la sabiduría, los sabios”, con tal de que fueran la razón y la sabiduría (episteme) las que iluminasen y guiasen las decisiones de los que gobiernan.
EN LENGUAJE CLARO
Hoy, más que nunca, las palabras del Filósofo cobran sentido. Pareciera que un buen número de políticos, independientemente de su nacionalidad e incluso filiación ideológica, están obsesionados en legalizar la estulticia. Me doy a entender: La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define la estulticia (del latín stultitia) como “necedad, tontería”. A este respecto, un Maestro de Latín en el Seminario nos explicaba que la estulticia es el grado supino de la estupidez, después del cual no se puede ser más estúpido.
Así pues, un poco de juicio, de recta razón, de honestidad intelectual, bastarían para darnos cuenta de que muchas Leyes que hoy tenemos no reflejan sino la estulticia y la necedad de quienes las promueven. Los ejemplos abundan por todas partes del mundo. Para muestra, planteo dos botones:
En Francia existe una Ley que considera la obstrucción del aborto (Ley Weil) como un delito, y quien comete ese “delito” puede ser considerado un “abortofóbico”. La primera víctima de esta Ley sin sentido fue un activista pro vida, de 84 años, Xavier Dor, declarado culpable de dar a una mujer embarazada un par de zapatos de bebé con el fin de disuadirla de abortar. Deberá pagar una multa de diez mil euros o corre el riesgo de quedar un mes en la cárcel. Lo más grave es que en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hay quienes ven con muy buenos ojos esta legislación. Otro:
En España, un grupo de maestros y políticos cercanos al Partido Social Obrero Español (PSOE) está considerando la posibilidad de prohibir el futbol para evitar “distribución sexista de las zonas de recreo”, y así “prevenir la violencia de género en el sistema educativo”.
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Y en México no somos ajenos a estas realidades. En semanas recientes, el Senado de la República emitió la última reforma a la Ley Federal para Prevenir y Erradicar la Discriminación, la cual contempla que el Consejo Nacional Para Prevenir y Erradicar la Discriminación (CONAPRED) puede sancionar y exhortar no sólo a Funcionarios públicos o instancias de Gobierno, sino también a particulares -es decir, a cualquier hijo de vecino- que promuevan “conductas discriminatorias”; obviamente, entre estas conductas, está incluida la “homofobia”. Lo que parece una noble causa, se convierte en un arma peligrosa del totalitarismo ideológico, ya que cualquier discrepancia con posturas pro gay o promotoras del homosexualismo, serán consideradas como “homofóbicas”, y por lo tanto, discriminatorias y susceptibles de una sanción.
Desafortunadamente, Jalisco no es la excepción. El Diputado de extracción perredista y promotor de ese bodrio legal llamado “Libre convivencia”, Enrique Velázquez, ahora trae entre manos la idea de legalizar el consumo de marihuana “para algunos fines específicos” y, como en su iniciativa pasada, seguramente rehuirá el debate y organizará “paneles y mesas de discusión” muy a modo, cuyas conclusiones reafirmen su brillante idea. Ojalá que en esta ocasión sus intenciones no prosperen.
Es difícil entender la lógica de algunos políticos; pareciera que para solucionar los problemas basta con darles carta de ciudadanía. Y ahí están los ejemplos: se legaliza desde el comercio informal y los franeleros, hasta las drogas y el asesinato de los inocentes, admitiendo y promoviendo el aborto. En este sentido, al Legislador no le importa la naturaleza humana ni la realidad, pues si ésta no se acopla a él, peor para ella.
Así pues, parece que hoy no gobierna la razón, sino que, por el contrario, se ha impuesto ‘la ley de la estulticia’.
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