jueves, 24 de abril de 2014

La gente tiene la palabra

231- A LO CÁIDO, CÁIDO


Persona18Lo que le estaba platicando a mi compadre Chema: arreglé el lotecito que tengo atrás de la casa en el rancho.

Siempre había quedado ese solar ahí, sin ningún beneficio.

Dije: “una tablita de cacahuate no está mal”. Y ahí ando con los muchachos limpiando, moviendo, abonando aquello… La tierra siempre responde al trabajo del hombre.

Obre Dios, si las matitas se cargan como lo espero, vamos a tener para un remiendo y hasta camisa nueva o lo que más nos falte y necesitemos yo y todos los de la familia.

Pero, la de malas, compadre; las heladas que cayeron en marzo, hicieron del sembrado un montón de basura.

Ni modo, fue voluntad de Dios. Ora ya qué. A lo cáido, cáido.


232- A LO HOMBRE


Anda El Talegas con sus compañeros de salón ora que salieron al recreo, y se ponen a hacer relajo en el patio.

Unos a otros se echan puyas; a veces se prestan la mano.

Pero esta vez uno de los compañeros traía el reclamo de un cuaderno que le perdieron. No, nada de blanduras. A ver, Ñengo, tú qué tráis, con esos remilgos y esa tonadita.

Ahora nos saliste con voz tierna de quien parece que está comenzando a dar aquí un último suspiro en agonía.

Ese reclamo con voz adolorida y desmayada no vale aquí.

Háblales a los compas como sabes, con voz ronca, con palabras fuertes, en la exigencia justa con que defiendes lo tuyo, pero así, como se debe: a lo hombre.


233- A LO TARUGO


No siempre se atina en el punto exacto en que se debe dar el paso, ni siempre se tiene la palabra correcta, o se da la mano como se debe, o se dirige el saludo a una persona.

Se dice esto por la manera con que se comporta Lucas Torres y suele tratar a los del barrio, donde a veces aparece con necedades, cambia las palabras o equivoca el nombre.



Ahí viene Lucas, o mejor llamarle el loco, aunque no lo sea, sino por los enredos e impertinencias, por los desatinos en que tuerce la plática, que siempre acaba en puras borucas.

Y no porque sea tonto; es lo que menos tiene, pero parece que así trata de llamar la atención, así se comporta:

no sabe lo que dice, no dice lo que sabe, habla a lo tarugo.


234- A MÁS DE TRES


Hay que aprender las enseñanzas que da la vida. Los que dicen que están apuntados en la universidad de la vida, dicen, sin saberlo acaso, una verdad del más grande bien.

Lo que oímos decir de aquella persona que atesora la más grande experiencia, y aun en la plática ordinaria, en la comunicación del día con los demás, podemos tener mucho.

Recibimos, pero también damos; ahí están los bienes que puede darnos la vida en el intercambio que en el diario correr de los días podemos recibir unas gentes de las otras.

Un don gratuito que tenemos en la vida, pero también una grave responsabilidad cuando la palabra, la actitud, contienen un mal ejemplo, un daño que llega a más de tres.


235- A PINCEL


Dicen eso, que los pasos de un hombre en la vida son pasos que van marcando, dibujando en el tiempo una línea, y que esa línea en nuestros días corresponde a nuestra vida.

Y nos reímos a veces y criticamos a aquél que no da un paso sin huarache; o sea, que en todo procede con ventaja; o nos dolemos del muchachito que vemos caminar descalzo.

Pero miramos de soslayo, y acaso no nos cuidamos de fingir la envidia que nos causan Pedro o Juan o Francisco cuando pasan aquí montados en poderoso y lujoso coche.

Ellos pasan rugiendo, y nosotros a pespunte, como luego dicen; nosotros pintando nuestra humilde línea con el pincel de nuestros pies, un paso y el otro, como dicen, a pincel.


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