lunes, 21 de abril de 2014

El recuerdo vivo de Juan Pablo II en la Catedral de Mérida

La visita de este ilustre personaje celebró la Evangelización en América y marcó el restablecimiento de relaciones oficiales entre México y El Vaticano.


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Mónica Livier Alcalá Gómez


La de Mérida, Yucatán, fue la primera Catedral levantada en la América Continental, es decir, en tierra firme. Es, por tanto, la más antigua de México y fue construida entre 1562 y 1599. Su fachada es de marcada sobriedad, con un estilo renacentista.

La Catedral meridana, sede del actual Arzobispo, Monseñor Emilio Carlos Berlié Belaunzarán, está construida en cantera y su piso es de mármol; se dice que en alguna de sus paredes existen vestigios de antiguas columnas mayas.

En este recinto estuvo el Papa Juan Pablo II el 11 de agosto de 1993. Su Santidad ingresó por la puerta central, la del Perdón, que se abre únicamente en fechas importantes, litúrgicamente hablando. Ahí estuvo por algunos minutos y rezó ante el imponente Cristo de la Unidad, que es considerado el Crucifijo más grande, bajo techo, que existe en el mundo y que fue mandado esculpir por Monseñor Fernando Ruiz Solórzano, segundo Arzobispo de Yucatán.

La Cruz, que pesa siete toneladas, fue manufacturada en madera de caoba y mide 12 metros de altura y 60 centímetros de espesor. Fue obra del Artista español Lapayese del Río.

A la mitad del pasillo central hay un recuadro de mosaico en el piso con una inscripción en latín que dice: “Aquí vine y aquí oré”, señalando el lugar donde el ahora Santo se arrodilló a rezar.


DEVOCIONES ARRAIGADAS

La Catedral está dedicada a San Ildefonso, Arzobispo de Toledo; sin embargo, también se profesa especial devoción a Nuestra Señora de Yucatán y por el Patrón de Mérida, que es San Bernabé.

La Capilla lateral izquierda de la Catedral está dedicada al Cristo de las Ampollas. Esta imagen sufrió quemaduras cuando estaba colocada en el templo de Ichmul (1656), una población cercana. “Hubo un incendio, pero el Cristo se salvó, quedó negro todo su cuerpo y en los dedos le salieron unas ampollas”, refiere Don José Hernán Chan, quien por algunas monedas, cuenta a los visitantes la Historia de la Catedral.

“Actualmente, la Fiesta del Señor de las Ampollas se celebra del 15 de septiembre al 14 de octubre y es festejado por todo los gremios católicos de camioneros, zapateros, carniceros, panaderos, estudiantes, entre otros. El día en que concluyen las Fiestas se abre la Puerta del Perdón, y la imagen es llevada a recorrer el Zócalo de la Ciudad para posteriormente volver a su Altar”.

En la parte posterior de la Catedral se ubica un hermoso órgano tubular, traído de Francia en 1875.


EL SANTO VISITANTE

La tercera visita de Juan Pablo II a México estaba planeada para 1992, para conmemorar los 400 años del Descubrimiento de América y de la Evangelización en el Nuevo Continente. No obstante, el Santo Padre enfermó y tuvo que reprogramarse el viaje apostólico para agosto de 1993.

El viaje ocurrió en el contexto del restablecimiento de las relaciones Iglesia-Estado entre El Vaticano y México.

En algunas entrevistas, el IV Arzobispo de Yucatán, Emilio Berlié, quien en esa época era Obispo de Tijuana, ha señalado que la visita del Obispo de Roma vino a romper la tensión tras el reciente asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara.

El Arzobispo de Yucatán ha referido que la recepción del Papa Viajero por el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari, fue también un reconocimiento oficial a la creencia católica de la mayoría de los mexicanos.

Aquella vez, el Romano Pontífice se reunió con integrantes de las etnias de América que se consagraron a la Virgen María en su advocación de “Nuestra Señora de Izamal”, una imagen que fue hecha en 1547 por un Religioso Franciscano en Guatemala. Ahí, en Izamal, habló un representante autóctono y el Obispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Felipe Aguirre Franco, quien presidía la Pastoral Indígena a nivel nacional.

“Cuando Juan Pablo II visitó Mérida, la Casa de las Artesanías de los mayas indígenas le regaló un mantel de lino que medía 30 metros y que fue bordado por personas de la tercera edad en máquinas de pedal, y en el cual se narraba la Historia de Yucatán. Actualmente, ese mantel se conserva en la Santa Sede; es parte de una exhibición en los Museos Vaticanos -señaló José Hernán Chan-. Además, se le obsequiaron alimentos típicos de esta región: vino tinto, cochinita pibil, relleno negro, pokchuc, longaniza, queso relleno, entre otras viandas”.

En Mérida se conservan reliquias de segundo grado, como ornamentos y vestimentas que Juan Pablo II usó; y de tercer grado, que son objetos que tuvieron contacto con su cuerpo, y que se resguardan en el Seminario Diocesano, en Xoclán e Izamal.


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