jueves, 10 de abril de 2014

Ante el prodigio de la vida, que cese el desfiguro

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Texto y Foto: Pbro. Óscar Maldonado Villalpando


Es preciso pasar de puntillas; silentes como suave brisa.

No es hora de agitar el viento.

Que todo alrededor guarde compostura.

Que cese todo desfiguro.

Porque la vida, como en el cálido huevo, bajo el ropaje de la gallina, es como un chispita de luz.

Tenues líneas rojas señalan la urdimbre de la vida; son venas pequeñísimas en el cascarón.

Por eso el cielo mismo debe amainar el estruendo de sus rayos.

La vida inicia.

Ahora en el campo, apenas ha nacido en el regazo de la flor un nuevo ser, una fruta.

Éste es el milagro de la vida.

Ésta es la instancia de la Creación.

No es anticuado; más bien, es esencial.

Pueden, manos profanas, tocar este capullo, marchitar el prodigio.

Las pequeñas frutas están a merced…

¿Será posible que nos atrevamos a tronchar estos pequeños?

¿Seremos capaces de gestar pensamientos corrosivos para estos pequeñuelos?

¿Seremos capaces de arrojar palabras destructivas contra este inicio de la Naturaleza?Y, si quebramos ese frágil tallo que une la frutita a la rama, pecamos contra la mano bondadosa que teje la vida con tanto Amor.


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