jueves, 26 de diciembre de 2013

La Sagrada Familia

Octava de Navidad


a o de la fe sagrada familiaEsta Fiesta puede ayudarnos a ver la Encarnación en un contexto más amplio, y a considerar sus consecuencias culturales y sociales. Efectivamente, no basta con decir que el Hijo de Dios se hizo hombre. Esto sucedió en un tiempo y en un lugar concretos. Él adoptó una familia, un hogar, una ciudad, un medio cultural determinados; creció en este entorno, fue educado en la Fe judía, aprendió el oficio de carpintero e hizo amigos. Los años pasados en Nazareth fueron de formación, de preparación para su Misión.

En una exquisita homilía que se lee en el Oficio de Lecturas, el Papa Paulo VI llama la atención sobre este aspecto de la Encarnación. Y, reflexionando sobre la vida familiar de Cristo en Nazareth, dice: “Sobre todo aquí se hace patente la importancia de tener en cuenta la pintura general de su vida entre nosotros, con su concreto entorno de lugar, tiempo, costumbres, lengua, práctica religiosa. Dios se hizo hombre, trabajador, carpintero e hijo de carpintero, nazareno, cuyos padres eran conocidos en aquel lugar. Le reconocemos como verdadero hombre, pero no perdemos de vista jamás su naturaleza divina. Efectivamente, adoramos al Hijo del Dios vivo que se hizo Hijo en una familia humana”.

La Navidad es un tiempo hogareño, familiar. Y esto reviste una importancia religiosa y psicológica: necesitamos volver a los orígenes, a las raíces, a la familia. El hogar fue el entorno en el que aprendimos la Fe por primera vez. Para los judíos de otros tiempos, era una obligación sagrada la de volver al hogar y a la familia. Toda la noción del Año Jubilar da testimonio de esto: “Cada uno de vosotros recobrará su propiedad, cada uno de vosotros se reintegrará a su clan” (Lev 25,10). De esta manera, la Navidad es una celebración de familia en el plano humano y en el espiritual.


Vincent Ryan

Libro: Adviento-Epifanía


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