jueves, 19 de diciembre de 2013

Jesús viene a renovar el mundo

Cuarto Domingo de Adviento


Nacimiento-de-Jesús.-Murillo


Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del Reino Divino.

Casi todas las cosas son dobles en Nuestro Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro, manifiesto, todavía futuro. En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda, se revestirá de luz como vestidura. En la primera, soportó la Cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra, vendrá glorificado, y escoltado por un Ejército de Ángeles.

No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también la futura. Y, habiendo proclamado en la primera: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”, diremos eso mismo en la segunda; y, saliendo al encuentro del Señor con los Ángeles, aclamaremos, adorándolo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

(De las Cartas Pastorales de San Carlos Borromeo).


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