jueves, 5 de diciembre de 2013

La dolorosa desigualdad

Acopio pro damnificados


Alberto Gómez Barbosa


La situación de los trabajadores mexicanos empeora día con día. Las nuevas leyes laborales, aprobadas hace un año, les han dejado en situación precaria y de indefensión; permiten la subcontratación; es decir, que el trabajador no tiene contrato firmado con su empleador sino con una empresa externa que no le garantiza duración en el empleo ni salario digno ni prestaciones de seguridad social como servicios médicos y una pensión justa al final de su etapa productiva.


Denigrado mercado laboral


“La contratación se está abaratando día a día, están surgiendo nuevas formas de subempleo; se dan ya ‘contrataciones de palabra’, sin documentos de por medio, o por la vía de la subcontratación”, alertó recientemente la Asociación Nacional de Abogados Democráticos. Proliferan los empleos baratos, a un grado tal, que los trabajadores mexicanos se encuentran entre los que menos perciben en el mundo, acercándose ya a los sueldos de los obreros chinos. Los Gobiernos de México que han impuesto el sistema económico neoliberal han mantenido políticas de castigo salarial a los asalariados, aduciendo que de esta manera se incentivan las inversiones, cosa que no ha resultado en la práctica y, en cambio, con trabajadores pobres se debilita el mercado interno por la baja capacidad de compra que tiene esa mayoría de personas.

La reforma fiscal deja sobre los hombros de la clase laborante el peso mayor del pago de impuestos y mantiene los privilegios que ha venido gozando el 1% de los mexicanos: aquellos pocos que poseen enormes fortunas, ya que se conserva en su beneficio la figura de “consolidación fiscal”, que permite a las grandes empresas pagar, en porcentaje, mucho menos impuestos que los causantes cautivos: pequeñas y medianas empresas y empleados y trabajadores.


Los favorecidos

En contraste, existen sectores inexplicablemente beneficiados y que, cuando se ha exigido la publicación de los montos y las empresas a las que el Fisco ha perdonado enormes sumas, así como las que deben impuestos “diferidos” y los montos, se han realizado cascadas de demandas de Amparo presentadas por los Corporativos para evitar que la ciudadanía conozca de esas excepciones tan injustas. Se sabe, sin embargo, que en los pasados seis años el Gobierno Federal condonó 74 mil millones de pesos de impuestos a los grandes consorcios. ¡Qué desigual el trato fiscal que se da a trabajadores y empresarios!

Son muchas las empresas mexicanas entregadas a grupos extranjeros que realizan las operaciones de compra-venta a través de la Bolsa Mexicana de Valores para evadir el pago de los impuestos por las utilidades de la venta. El más reciente caso, del Grupo Cervecero Modelo, evitó de esa forma entregar a la Nación ¡5 mil cuatrocientos millones de dólares! Duele el sólo pensar cuántos bienes sociales: Salud, Educación, Seguridad y Bienestar hubiera entregado a la ciudadanía un gobierno honesto en el cobro y reparto justo de esos impuestos.

Pero existe otro pequeño grupo enormemente beneficiado en sus ingresos, que contrasta, también, con los de los verdaderos trabajadores del país: los políticos de todos los niveles: Diputados, Senadores, Gobernadores, Magistrados, Alcaldes, Regidores y dirigentes de Partidos políticos. Todos ellos ganan, en promedio, 200 mil pesos mensuales, libres de impuestos, además de gozar de prestaciones insultantes para un pueblo pobre. Como muestra, el aguinaldo del Gobernador del Banco de México, que ascenderá este año a más de 800 mil pesos. Los cinco ex Presidentes que viven: Echeverría, Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, reciben 205 mil pesos mensuales, más prestaciones, y aún se les permite gastar recursos sin cuantificar, que destinan a aguinaldos, compensaciones, salarios de escoltas y ayudantes, pagos de teléfonos, automóviles y choferes para ellos y sus familiares, servicio doméstico en sus domicilios, guardaespaldas para esposas e hijos, y pólizas muy caras de gastos médicos para ellos y sus familiares, según denunció en la Cámara de Diputados el Legislador Miguel Alonso Raya, recientemente.


¿Voz en el desierto?

El Papa Francisco ha elevado su voz para reclamar la justicia social en todo el mundo; ha repetido la necesidad de amortiguar la diferencia enorme que se acentúa cada vez más entre ricos y pobres. Ojalá que su autorizado reclamo encuentre eco en los Gobiernos del mundo, pues la actual situación de desigualdad es muy dolorosa para quienes sueñan con un mundo en que pudiéramos convivir como hermanos, sin diferencias por raza, religión ni mucho menos por una injusta y desigual economía.


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