Nelson Rivera Rivera, 2º de Teología
Todo da vueltas en mi cabeza. ¿Qué debo hacer? Todo parece muy difícil y no encuentro una salida. Qué día tan gris. Sombras oscuras parecen cubrir a cuantos pasan a mi alrededor. Rostros desvencijados por el tiempo y por la vida misma, caras angustiadas con miradas al infinito, máscaras que impiden verlos a los ojos.
Mi caminar sin rumbo me lleva hasta una iglesia. Qué gracioso, hace años que no me paro en una. Aún recuerdo que mi madre decía que aquí vivía Dios. Pues seguramente aquí se la pasa todo el tiempo, porque en mi vida jamás lo vi. Muy ocupado Él. En fin…
…Ya no puedo más. Mi padre… mi padre no sabe nada de mí, no le importo en absoluto. Al parecer, fui poca cosa para mi novia y mejor se fue. Mis “amigos”, ¿dónde están ahora que los necesito? Ahora que lo pienso, creo que amigos nunca tuve. ¿Y Tú, dónde estuviste todo este tiempo? ¿No que eras el Amigo que nunca falla?… éste es un buen día para que sea el último
-¿Y cómo sabes que será el último? -preguntó un Padrecito, o eso parecía, una banca detrás de mí, y al cual no escuché llegar.
-Con todo respeto, es cosa que no te importa -di como respuesta, molesto. Además, ya me iba porque, al parecer, como siempre, no encontraré respuesta aquí.
-Bueno, quizá se deba a que esperes un cartel enorme con letras grandes indicándote lo que has de hacer. Y, pues, ése no es el estilo de Dios, ¿no crees? -adujo-.
-Y a todo esto, ¿tú quién eres, o qué? “pregunté, a pesar de verlo con su vestido negro de Padrecito.
-¡Ah! Soy el seminarista que viene los sábados a esta Parroquia a apoyar en lo que se me pida. Generalmente vengo a estas horas a hacer una visita al Santísimo y hoy no pude evitar escuchar lo que decías. Y, siéndote sincero, me intrigó un poco escuchar eso de que será el último día. Digo, no creo en eso del Calendario Maya y Nostradamus o semejantes, pero te escuché tan convencido
-¡Lo dije porque pienso terminar yo mismo con esta existencia, que no tiene sentido ya! Como quiera que sea, a nadie le importará. Es más, ni a Dios. -Estaba molesto con ese “seminarista”, pues de la nada salió a interrumpirme. Además, ¿por qué su interés en hablar conmigo? No tiene caso.
-Mira, creo que ésa es una forma muy drástica de “solucionar” tus problemas. No creo que sea la forma adecuada
-Lo es.
-No lo creo. Piensa, si así fuera, ¿no crees que sería la opción que la gran mayoría de las personas tomaría al encontrarse con problemas como los que ahora te aquejan? ¿Verdad que no? -Tenía razón.
-Pues quizá así sea, pero tú no sabes realmente por lo que estoy pasando, así que no tienes derecho de juzgar lo que pienso hacer. -A final de cuentas es una vía rápida y fácil o eso creo. Total, pronto terminará.
-No te juzgo ni es mi intención. Perdona si así parece, pero no estoy de acuerdo con lo que piensas hacer. No solucionarás nada; en todo caso, será una forma muy cobarde de huír de aquello que te cuesta trabajo enfrentar. Dime, ¿de verdad crees que no le importas a tu padre? ¿Te has puesto en sus zapatos? ¿Sabes por lo que está pasando? Yo creo que lo que falta allí es comunicación, pero comunicación de verdad de él hacia ti y de ti hacia él. Faltan confianza, buenas relaciones de afecto…
-¡Pues sí, pero él no hace nada para cambiar! ¡Me ignora!
-¿Y tú que has hecho para cambiar? ¿Tu padre no se sentirá ignorado también por ti? -De nuevo tiene razón-. ¿No será que esperas que cambien los demás para cambiar también tú? Por cierto, ¿no caes seguido en depresión? -¿lo hago?- ,parece como si sufrieras de esta enfermedad. ¿Has buscado ayuda?
-Quienes me ayudaban eran mi novia y mis amigos. Pero ella se fue, me abandonó. Mis amigos lo eran para fiestas y tontería y media
-¿Y no buscaste más ayuda? -me quedo en silencio-. Mira, creo que debes darte cuenta de lo valioso que eres, de lo valioso que es vivir y de lo valioso que es crecer enfrentando los problemas que se nos presenten en la vida. Éstos nos fortalecen. Huír, como piensas hacerlo, te impedirá darte cuenta de lo grande que puedes ser, de las maravillas que puedes hacer con tu vida, de la estupenda relación que puedes hacer con los demás, con tu padre, con la mujer de tu vida. Los problemas con los que nos enfrentamos a diario nos ayudan a ver de lo que estamos hechos y de lo que debemos mejorar en nosotros. Esta puerta fácil no debe engañarte, como a tantos lo ha hecho ya. Te reto a que veas la vida desde otra perspectiva, no te centres en lo negativo. La vida es mucho, mucho más
- Tienes razón, seminarista, pero aun así no me convences de no hacerlo -aquí estoy de nuevo, cerrándome ante las opciones, las oportunidades-.
-¡Tú mismo tienes que convencerte! Tú tienes que ser quien vea lo bueno que es vivir, lo mucho que el futuro te tiene preparado si así lo quieres. (Se queda un momento en silencio). No lo he mencionado hasta ahora, pero está a la base de todo lo que te he dicho. Dios
- ¡Pero Él nunca me ha ayudado! ¡Cuando lo necesito no está!
- Es porque crees que es como el genio de la lámpara, que justo cuando lo invoques vendrá en tu auxilio, inmediatamente. Pero no es así, y lo sabes. Él te ayudará más que cualquiera de nosotros. Pero supongo que poco lo buscas, ¿verdad? Siempre ha estado esperándote, como a todos, con los brazos abiertos, listo para ayudar. Pero nunca, jamás, te obligará. Está en ti dar este salto de Fe: creer en ti y creer en Dios, que lo puede todo. Al final el gran beneficiado serás tú y, posteriormente, los que te rodean.
Me quedo en silencio un momento. Con los ojos cerrados trato de pensar un poco en lo que me ha dicho, cuando de pronto siento un pequeño golpe y escucho a alguien a mi lado que me habla.
- Disculpe, ya vamos a cerrar.
Asustado, me levanto. ¿Me dormí? ¿Soñé? Me dirijo a la salida de prisa y noto una sensación indefinible en mi interior. Nada más salgo de la puerta y veo que, a pesar de estar oscureciendo, el día cambió ¿o fui yo?
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