Maestro Marco Antonio Lôme Soriano
Director del Instituto Juan Pablo II para la Familia
Recientemente vivimos en México otra promoción mercantil llamada el “Buen Fin”, calificada como exitosa por haber reportado ventas superiores a la meta proyectada y lograr la comercialización de 173,620 millones de pesos; 16% más que en 2012.
Llama especial atención saber que el “Buen fin” no es sólo sinónimo de “consumismo”, sino también un reflejo de lo que la Sociedad actual considera como valores prioritarios, como son: tener capacidad económica para gastar, adquirir, poseer o, en su defecto, al menos poder endeudarse.
Los valores del materialismo frente a los valores que realmente valen
Fue impresionante ver las interminables filas de afanosos compradores en los supermercados y tiendas departamentales desde horas tempranas del día, que luego salían sonrientes, llevando en sus manos infinidad de flamantes productos; mas, esa sonrisa del “Buen Fin” en el rostro de muchos, era la careta para cubrir el vacío que vivían en su interior y que trataban de llenar con objetos materiales.
Ya el Papa Francisco, a este propósito, alentaba recientemente a los jóvenes a “afrontar la vanidad cotidiana, el veneno del vacío que se insinúa en nuestras sociedades, basadas en el provecho y en el tener, que ilusiona a los hombres con el consumismo”.
Aunque, a este respecto, cabría abonar que al menos hubo algunos consumidores que aprovecharon las ofertas del “Buen Fin” para acudir en familia a hacer sus compras, y tuvieron por ello la oportunidad de poder compartir tiempo juntos, si bien la finalidad no fuese precisamente fomentar valores familiares positivos, sino, en general, los afanes de adquirir, tener objetos materiales, no siempre necesarios o indispensables, sino, muchas veces, superfluos y prescindibles.
Premisas superiores
El ahora Beato Juan Pablo II señalaba, sobre este tema de la convivencia familiar, lo siguiente: “La familia es el lugar privilegiado para la educación y el ejercicio de la vida fraterna. (…) La vida en común es una invitación a compartir, que permite salir del egoísmo. Aprendiendo a compartir y a darse, se descubre la alegría inmensa que proporciona la comunión de bienes”. Recordaba, asimismo, la necesidad de que los padres despierten en sus hijos, mediante el ejemplo y las enseñanzas, el sentido de solidaridad: “Lo que se aprende en la vida de familia permanece luego durante toda la existencia”.
Las familias cristianas deberían entender el Mensaje Evangélico de la preeminencia del ser sobre el tener, así como la necesidad de fomentar la unión familiar, promoviendo de manera permanente, a propósito de lo enunciado al principio de este texto, el “Buen fin de la Familia”, con tal de rescatar la unión y la armonía de la vida familiar, que cada vez se va perdiendo más en México, y fomentar el ánimo de “adquirir” valores trascendentes que enriquezcan tanto el núcleo familiar como la Sociedad en su conjunto.
Así pues, viendo la urgencia de impulsar una verdadera Cultura de la Familia, el Instituto Juan Pablo II ha asumido la responsabilidad de promover valores fundamentales de la Persona, del Matrimonio y de la Familia. Y así, por ejemplo, propone estos tips para obtener, cada semana, un “Buen Fin en Familia”:
a) Invertir tiempo de convivencia en plazos. No se refiere a “gastos” monetarios, sino a tiempos de convivencia: salir de paseo, ir a comer, al cine, hacer deporte juntos; porque lo que se invierte en la Familia en plazos pequeños se verá reflejado a largo alcance, con la formación permanente de familias unidas, respetuosas, felices; de padres responsables y satisfechos; de hijos seguros y llenos de afecto.
b) Abonos facilitos de unidad familiar. Se demuestra en gestos, palabras de cariño, tiempos de escucha, de diálogo, tanto con la pareja como con los hijos. Este “abono” fertiliza una tierra familiar buena y productiva en valores.
c) 2 x 1 en las actividades familiares. Los padres deben ofrecer el doble de su tiempo para convivir con su pareja y con sus hijos, que el que dedican de ordinario.
d) Tasa de interés del 0% en entrega a la Familia. Es todo lo que se da y se ofrece a la familia, sin esperar algo a cambio, mostrando profunda generosidad y solidaridad.
e) Endeudarse en compromisos familiares. Hay que gastar más tiempo para estar juntos en familia, pues muchos papás lo dilapidan con sus compañeros de trabajo o sus amigos, mientras el resto de los miembros de la familia tienen que enfrentarse a la soledad o al acompañamiento de la computadora, la televisión, los videojuegos, los teléfonos, las redes sociales, etcétera.
f) Ahorros de egocentrismo. Hacer lo que ahora debe hacerse en favor de la familia y ahorrar con ello el 100% en valores positivos.
g) Aprovechar descuentos especiales. Descontar el cansancio y estrés acumulados en la semana por el trabajo, para transmitir siempre entusiasmo y alegría a la pareja y a los hijos.
h) Comprar ahora y pagar después. La mejor inversión de tiempo en la familia es la que se aprovecha para la oración, acudir a Misa, rezar el Rosario unidos, pues ese tiempo invertido pagará abundantes réditos, tanto en esta vida como después de ella.
Cuando una Familia cumple con estos requisitos, recibirá un Certificado de “Garantía” de llegar a ser una Familia unida, feliz y exitosa; sabrá defenderse de las influencias nocivas del consumismo y del materialismo, y aprenderá a hablar con Dios.
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