Lupita:
En tiempos navideños tiendo a recordar las injusticias que ha vivido mi esposo, de parte de su familia. Las reuniones familiares son un suplicio. Tener que ver a la familia política cuando sé que ha intervenido para separarnos cada vez que ha podido, y que nos ha quitado todo el apoyo económico por chismes y malos entendidos, todo esto me genera hasta gastritis. ¿Cómo podré vivir los sentimientos navideños? ¿Cómo podré actuar cristianamente cuando hay un mundo de abusos que no puedo perdonar?
Patricia J.
Querida Paty:
Recibe un abrazo fuerte que te permita saber que, a pesar de todo, Dios está a tu lado. A veces nos sucede lo que a los caminantes de Emaús: estamos tan desilusionados y nos ensimismamos tanto en nuestras penas, que no nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro lado. Cleofás, uno de aquellos caminantes, demostraba su frustración al hablar de lo que ellos esperaban y de lo diferente que había sido la realidad. Se quejaba y había amargura en su corazón, pues no le gustaba lo que vivía. Entonces, Jesús empezó a explicarles las maravillas que se habían obrado, aunque los ojos del mundo no pudieran vislumbrarlas.
A muchos de nosotros nos toca enfrentar injusticias; pero, créeme, aunque no entendamos a primera vista, Dios está obrando un perfecto Plan de Salvación para cada uno de nosotros.
“Cuando Dios te talle y sientas dolor, no temas. Alégrate, Él está haciendo de ti un diamante. Dios no talla vidrio, sólo piedras preciosas”.
Si quieres responder a este llamado divino y convertirte en ese ser precioso, has de empezar por una nueva actitud que te permita contar tus bendiciones y tornar tu corazón resentido en uno agradecido.
Te comparto algunas claves para conseguirlo:
1. Toma conciencia de que Cristo camina a tu lado. Lee y escucha su Palabra; medítala en tu corazón y pídele que aumente tu Fe.
2. Mira tu presente y tu pasado como un don. Repasa en tu mente todas las cosas bellas que rodean tu existencia y céntrate en ellas, de tal modo que nazca la decisión definitiva de empezar una vida en ascenso.
3. Quita las malas intenciones de tus familiares y de aquéllos que hasta hoy has considerado tus enemigos. Reconoce que ellos actúan de acuerdo a su forma de ver las cosas y no quieren expresamente tu mal; a veces es todo lo contrario, buscan hacerte un bien (tal vez han errado en sus métodos y formas por desconocimiento, ignorancia o terquedad).
4. Ya no preguntes más “¿Por qué?” y resuelve encontrar las respuestas al “¿Para qué?” Recuerda aquel principio de crecimiento espiritual que sentencia: “Cuando Dios te da, es porque te quiere pedir. Cuando Dios te pide, ¡es porque te quiere dar!”
¡Vive una Navidad auténtica! Si estás dispuesta a dejar que Cristo nazca en tu corazón, olvida los resentimientos y abraza a quien más trabajo te cuesta abrazar; pide del Cielo la capacidad de “amar hasta que duela” y has sonar música al oído de quien te ha costado tanto trabajo tratar, diciéndole: ¡Te quiero!
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